jueves, 26 de diciembre de 2013
viernes, 20 de diciembre de 2013
Los fines de año
“Este año otra vez se me pasó volando”,
“todavía no saqué el arbolito del año pasado” o “en casa ya ni lo armamos”, son
algunas de las expresiones que suelen escucharse a medida que nos vamos
acercando a “las fiestas”. El fin de
año, que llega casi abruptamente por un transcurso del tiempo que percibimos
cada vez más acelerado, nos impone - también vertiginosamente - la irreductible certeza de nuestra finitud y
la de nuestros seres queridos, es decir, de aquello que tal vez sea lo único
verdaderamente esencial para darle significado a nuestra existencia.
Cierto
que el fin de año también es época de sueños, esperanzas y renacimientos, pero
es a otros aspectos a los que voy a referirme. No por melancólico, sino porque
son los que posibilitan que en los fines de años se expresen estados de
ansiedad y estrés, pánico, fobias, irritabilidad, intolerancia, conductas de
riesgo, accidentes, abuso de consumo en todos los órdenes y los más diversos
conflictos y descompensaciones. Es decir, todo lo contrario a un encuentro de
paz, reflexión y alegría (que no lo es la euforia maníaca) que correspondería a
la celebración de la vida a pesar de sus sinsabores.
Es que
al aproximarnos a estas fechas las vivencias de las pérdidas se acentúan.
Sean económicas, de salud, familiares (separaciones, fallecimientos) o
académicas. Sean reales o simbólicas. Los duelos (lucha, dolor) cobran una
intensidad distinta a la de otras épocas del año, por lo que quienes atraviesan
estas circunstancias (¿quiénes no?) deben afrontar ahora con toda su crudeza el
proceso emocional y afectivo que esto conlleva. Los que no están lo están
menos, hay lugares vacíos en la mesa, las ausencias no se pueden enmascarar,
las lejanías se acentúan. La soledad o los sentimientos de soledad se tornan
mucho menos tolerables, todo lo cual suele conducir a la depresión y el
aislamiento, a una mayor vulnerabilidad.
Tiempo de evaluación y de
balances, de lo que se logró y lo que no. Los problemas no resueltos reclaman
con urgencia su plena satisfacción, las demandas se desbordan, las tensiones
buscan su descarga perentoriamente. Así, las recriminaciones, las acusaciones,
los “pases de factura”, los resentimientos, las culpas, los autorreproches, se
van imponiendo involuntariamente, obsesivamente. De ahí las conductas impulsivas, la
agresividad en todas sus formas, la violencia, como expresiones de la
impotencia, del sufrimiento, del dolor. Por el incumplimiento de expectativas y
decisiones que no han sido realistas o bien porque a veces las cosas salen mal.
Se trate de un infortunio amoroso, una mudanza desafortunada o un conflicto
laboral o político resuelto insatisfactoriamente. Claro que todo depende de las circunstancias
que a cada uno le toca en suerte vivir,
pues no es lo mismo perder en un negocio en la bolsa que padecer una
injusticia o ser víctima de un delito o una discriminación.
Las exigencias que la cultura del
éxito y la satisfacción consumista imponen, no dan lugar a la frustración, al
error, a las duda, a la tristeza, al fracaso, sino que por el contrario
deshumanizan la existencia vaciándola de su contenido primordial, cual es el
crecimiento a través de la experiencia y el aprendizaje. Imperativo consumista
que, potenciado por la anomia y los modelos de inmoralidad que se exhiben con
total impunidad, motorizan un “vale todo” que exacerba aún más al
individualismo por sobre la solidaridad, a la destructividad por sobre la
capacidad de pensar y actuar
creativamente.
Es por ello que para muchos el
anhelo es “pasar las fiestas lo más rápido posible”, como modo de atemperar el
momento de fragilidad que los atraviesa.
Así como para otros es una oportunidad de encuentro y afianzamiento.
Lo dable para todos sería la
integración, el reconocimiento de lo que fue y lo que es: un año más y un año
menos. Comprender que es a partir de la aceptación - que no equivale a gusto -
de la realidad es posible su transformación.
Que la vida, pues de ella estamos
hablando, está para ser vivida. Mancomunadamente.
Lo que
implica sumergirse en todo lo que ella nos brinda para a la vez poder
brindarnos a ella, enalteciéndola. Enalteciéndonos.
Dr.
Miguel Angel de Boer
Diciembre,
2013
lunes, 25 de noviembre de 2013
"Yo me vine a atender..." (*)
“…Yo me vine a atender
doctor porque me siento mal y no desde ahora sino desde hace mucho tiempo
depresión creo que tengo desde chica me parece porque cada vez tengo menos
ganas de vivir y siempre estoy enferma y no me encuentran nada ni en los
análisis ni en las tomografías la cabeza
me duele toda esta zona y también mareos apetito no tengo como por obligación y
si dormir no duermo muy bien pero ya estoy acostumbrada pero vine porque hace
como dos meses estoy con una idea que yo no quiero tener y que ya no son solo ganas de morirme sino que
empecé a pensar en eso en el suicidio y no quiero doctor imaginesé pero es que
ya estoy muy cansada me duele el estómago también me dijeron que era gastritis
pero no me hacen nada los tratamientos porque yo creo que son los nervios por
tantos problemas si de familia y la plata que no alcanza mis hijos ya son
grandes pero los problemas no terminan y yo de chica como le dije siempre tuve
problemas mi mamá también fue muy sufrida como yo éramos muchos hermanos y ella
pobre hizo lo que pudo sobretodo aguantarlo a mi papá que la trataba muy mal le
pegaba y la insultaba pero ella por nosotros aguantó siempre por eso la quiero
tanto y nosotros también le teníamos miedo a mi papá porque nos asustaba bueno
si a veces también nos pegaba menos a uno de mis hermanos que le hacía frente
era muy malo mi papá pero era le bebida que lo ponía mal en el fondo nos quería
pero yo después seguí adelante y cuando pude me fui de mi casa bueno si conocí
a mi esposo me casé y me fui y formamos una familia tengo varios hijos que ya
son grandes por suerte porque me costó mucho criarlos prácticamente sola porque
no soy de acá y mi familia está lejos y nos vemos muy poco nunca me imaginé que
iba a venir a vivir tan lejos pero fue por el trabajo de mi marido que es muy
trabajador nunca nos hizo faltar nada todos los chicos terminaron el secundario
y ahora trabajan menos una de las chicas que se casó y no tuvo necesidad porque
el marido está en el petróleo como le decía mi marido es muy cumplidor si a
veces es de un carácter fuerte es de gritar cuando algo no le gusta y a mí eso
me altera un poco los nervios no me termino de acostumbrar ojalá hiciera como
mi hijo del medio que no le hace caso pero él igual sigue gritando a mí me hace
acordar a mi papá creo que por eso me da tanto miedo se enoja y grita y grita y
yo lo único que espero es que se le pase así me puedo tranquilizar y muchas
veces después quiere tener sexo y con eso se calma yo hace mucho que no siento
nada pero como sé que se tranquiliza no
me cuesta ya estoy acostumbrada además hace tiempo me ligaron las trompas porque
a él nunca se quiso cuidar por suerte eso si le digo nunca me pegó alguna que otra cachetada pero yo
siempre me sentí con culpa porque fue por algo que yo sabía que le iba a caer
mal como arreglarme demasiado o usar maquillaje porque es muy celoso hasta de
mis hermanos o de las visitas que no quiere que vengan mis amigas ni mi familia
pero fui aprendiendo como llevarlo más por mi hijos para que no tuvieran que
presenciar esas escenas porque si uno sabe llevarlo es tranquilo solo que tiene
costumbre de gritar y a mí me pone muy mal no sé porque no puedo no hacerle
caso y me siento como una estúpida además que haría sin él porque es muy
inteligente le consulto todo como si pensara por mí y porque fuera de eso lo
demás está bastante bien vio y yo si alguna vez pensé en separarme ya a esta
edad que voy a hacer ya voy para los
cincuenta ya si no fuera por esta depresión y el zumbido en oídos ah y que me
atraganto doctor como si tuviera algo atravesado en la garganta como le decía
si no fuera por estos síntomas sobre todo esa idea de matarme la verdad es que
no tengo mucho de que quejarme….”
Miguel Angel de Boer
Noviembre 25, 2013 - Día Internacional de la no violencia contra
las mujeres-
(*) Cualquier
similitud con la realidad no es una mera coincidencia
viernes, 22 de noviembre de 2013
El estigma en salud mental
A pesar de
los avances que hay en el conocimiento, diagnóstico y tratamiento de los
padecimientos mentales; de la mayor
información, divulgación y conciencia que día a día se van instalando en la
sociedad, mucho es lo que aún queda por
hacer en el campo de la salud mental.
El aumento creciente de las distintas patologías tales como
la depresión, la ansiedad en sus distintas variantes (ansiedad generalizada,
pánico, TOC, fobias, estrés), el abuso de sustancias, las psicosis, las demencias,
los trastornos de personalidad, entre otras, parece no tener fin, lo cual tiene
una directa relación con el agravamiento de los múltiples factores
intervinientes (básicamente la complejidad del mundo actual), como asimismo con
la inadecuada o muy limitada respuesta que se brinda desde los ámbitos (estados,
gobiernos, instituciones) a quienes les
corresponde la mayor responsabilidad.
A esto se suma – o subyace – una de
las dificultades fundamentales con las que se vincula esta problemática cual es
el de la estigmatización (marca o
señal) tanto de las distintas patologías
como de quienes las padecen. Lo que implica una significación y valoración altamente
negativa, de rechazo y discriminación, con la consecuente incomprensión y
aislamiento en que sienten sumidos, además del dolor propio de su sufrimiento.
Problema de vasto alcance si tenemos
en cuenta que según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) el 25% (1 de cada 4 personas) de la población mundial
tiene algún tipo de padecimiento y se calcula, entre otras proyecciones, que
para el 2020 la depresión será la segunda causa de discapacidad en el mundo. A
esto podemos agregar un dato que vale la pena considerar: no hay nadie exento de tener, en algún momento de su vida, un episodio,
un conflicto o una complicación relacionados con su salud mental. Esto sin
considerar que la atención psicológica y/o psiquiátrica abarca también
situaciones tales como las crisis
vitales (los cambios inherentes al curso de la vida) y tantas otras que sin ser patológicas, con una asistencia
oportuna, no solo que se pueden resolver favorablemente sino también potenciar
el crecimiento personal y, en consecuencia, evitar una evolución desfavorable,
que es lo que ocurre habitualmente al no ser consideradas como un motivo de
consulta válido.
Desde tiempos pretéritos los prejuicios, las estereotipias,
las creencias erróneas han ido conformando una construcción negativa de las
enfermedades mentales, tanto en cuanto a sus causas como a sus consecuencias. Explicaciones
basadas en creencias supersticiosas, mágicas, demoníacas, religiosas,
sobrenaturales, han persistido hasta nuestros días vinculándolas con atributos
peligrosos, temibles, extraños, violentos, ajenos a las “normas” y la “normalidad”,
en fin, amenazantes. En consecuencia, emociones tales como el miedo, la
desconfianza y el distanciamiento son
las que predominan cuando de “problemas mentales” se trata, generando
reacciones y conductas aversivas y de segregación, cuando por el contrario de
lo que se cree las personas con problemas de salud mental están más expuestas a
ser víctimas de violencia, robos, acosos (el mobbing en los niños es muy
frecuente) que la población en general, dada su vulnerabilidad (con el
agravante de su escasa credibilidad si realizan una denuncia). Esta negativa
asociación no pocas veces es también fomentada por los medios de comunicación,
las películas, las series televisivas, las novelas, con noticias
sensacionalistas, referencias verbales, imágenes, escenas y personajes que la resaltan.
Pero no solo la estigmatización sino
también la autoestigmatización, es
decir la valoración negativa que una persona hace sobre si misma, es otro de los
factores que acentúa aún más el problema, por cuanto conduce a una devaluación
y empobrecimiento de la autoestima (“soy débil”, “no sirvo”, “van a pensar que
estoy loco”, “no me van a querer”), y en consecuencia al ocultamiento, al
retraimiento y a la imposibilidad de acudir por ayuda hasta que los síntomas se
tornan insoportables o bien muy evidentes para el entorno, que es cuando se
realiza, habitualmente, una consulta.
La exclusión estigmatizante no es
sólo moral, sino social, laboral, académica y jurídica. La victimización e
“inferiorización”, limita una amplia
gama de posibilidades (de tratamiento, de estudio, de trabajo, de relación con
los demás), con lo cual se consolida lo contrario de lo que debiera ser: la más amplia contención en red posible,
para facilitar la inclusión. Asimismo son segregadas las familias, incluso por parte de los mismos profesionales
tratantes que a menudo las culpabilizan de los problemas del paciente. Lo mismo
ocurre con los trabajadores de salud mental intervinientes, servicios e instituciones,
que también son vistos o percibidos de un modo distinto de quienes se ocupan de
las “enfermedades corporales, somáticas o físicas” (que por otro lado además de
tener su correspondencia en lo “mental”, siempre tienen una repercusión
emocional o anímica, cosa que por no ser tenida en cuenta lleva al fracaso de
muchos tratamientos). Por todo lo mencionado el paciente suele llegar a la
consulta luego de un largo recorrido por distintas especialidades, con numerosos
estudios y tratamientos realizados, agobiado
porque “no me encontraron nada” (generándole una mayor confusión y angustia) que
es lo que suelen decirle quienes lo han atendido, debido a una concepción de que lo mental, lo emocional,
no existen , sea por ignorancia y desinformación, o bien por los prejuicios estigmatizadores que
son muy usuales en la práctica médica (lo que además trae en consecuencia un
despilfarro de recursos y un desaprovechamiento lamentable de una
prevención que podría ser sumamente beneficiosa )
Ya se sabe que la negación de un
problema lejos de resolverlo lo agrava. Nunca más cierto con lo que acontece
con la salud mental.
Costos sociales, costos económicos,
pero por sobre todo costos humanos - la mayoría de las veces evitables o que
son de favorable resolución con los recursos adecuados - seguirán en aumento en
tanto la cultura del miedo y las descalificación no se reviertan.
Todo ser humano tiene derecho a enfermarse y, en la misma
medida, tiene derecho a recibir ayuda y asistencia no solo para aliviar sus
síntomas y su malestar sino para recuperar y desarrollar sus capacidades o
adquirir otras nuevas, es decir para ser provisto de herramientas que
favorezcan su autonomía y su dignidad (*).
Para ello se imprescindible una toma colectiva de conciencia antiestigmatizante,
pues no es con el rechazo y el desprecio sino con la aceptación basada en el
respeto que esto será posible.
Dr.
Miguel Angel de Boer
Octubre,
2013
Médico
psiquiatra – Psicoterapeuta
MP
486
Cel 297-154177547
Miembro
Titular de la Asociación Argentina de Psiquiatras (APSA)
Miembro
Titular de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM)
(*)
Objetivos que
contempla la extensión del CUD (Certificado Único de Discapacidad) en nuestro
país, cuyo carácter no es restrictivo (se extiende por un lapso determinado en
función de la evolución de quien lo recibe) y busca ampliar los derechos y
beneficios (transporte, cobertura en salud, turismo, capacitación laboral y
académica, asesoría legal) en pos de la inserción más amplia.
lunes, 30 de septiembre de 2013
Inauguración de RETAZOS TESTIMONIALES - Arpilleras de Chile y otras latitudes
El sábado 28 de Septiembre se inauguró la muestra de Arpilleras a cargo de su curadora, la amiga Roberta Bacic, en la sala PAyS (Presentes Ahora y Siempre) del Parque de la Memoria de la Ciudad de Buenos Aires.
Tuve el gusto y el honor de ser invitado dado que una de las Arpilleras estaba dedicada a la que fue mi esposa y compañera, María Haydée Rabuñal, a la vez que a los desaparecidos y luchadores de Argentina.
Su autora, la artista textil irlandesa Deborah Stockdale, se inspiró para realizarla en la historia de la Flaquita, en el poema "Me dejaron tu pulover verde" que es de mi autoría y en cartas y fotos que yo tenía y que se pueden ver integrando la obra. De las viscitudes del mantel incorporado a la arpillera doy cuenta en el relato "Mary, el mantel, la libreta y unas pocas cosas más" que puede leerse en este blog.
Va mi agradecimiento más profundo a Roberta y Deborah por este conmovedor y seguramente imperecedero homenaje.
María Haydée Rabuñal, los desaparecidos y luchadores: PRESENTES!
Miguel Angel de Boer
Septiembre 2013
Me dejaron tu pulóver verde (*)
Desaparecidos |
Desaparecidos (reversa) |
Detalle de una carta que me escribió Mary cuando estábamos de novios |
Con Roberta Bacic |
Con el amigo y compañero Sergio Bufano |
Con mi sobrinina Suyay |
(*) ME DEJARON TU PULOVER VERDE
Me dejaron tu pulóver verde
cuando te fuiste
Llevándose el verano aquel
el del cielo tibio que con sus noches
nos guarecía del mundo entero en nuestro lecho
Cuánta dicha encontraba entonces mi anhelo
En tu sonrisa
En las palmas de tus manos
En tus suaves cabellos recorriendo con ternura
todo mi cuerpo
Me dejaron tu pulóver verde
cuando te fuiste
Dejándome tu aroma
que mil veces olí desfalleciente
evocando tu mirada
añorando tu desnudez
la tersura de tus labios
y esas palabras que no podrá borrar el tiempo
Porque no pudo el odio
ni la avasallante muerte
desterrar mi amor
ni mi carne dolida cedió al intento
de que me robaran tu recuerdo
Me dejaron tu pulóver verde
cuando te fuiste
Pero no pudieron llevarte
porque estarás conmigo
para siempre
(*) A María Haydée Rabuñal, estudiante de Medicina,
cordobesa, querida esposa y compañera.
sábado, 21 de septiembre de 2013
Invitación- Retazos testimoniales (Arpilleras) - Parque de la Memoria- Buenos Aires
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Robeta Bacic,
Verdad; Justicia
sábado, 3 de agosto de 2013
Mary, el mantel, la libreta y unas pocas cosas más
Hace ya más de un año
que mi querida amiga Roberta Bacic, quien actualmente vive en Irlanda, me
comentó que estaba preparando una exposición de “arpilleras”(1) para presentar en el Parque de la
Memoria en Buenos Aires (2), entre
la cuales tenía la intención de confeccionar una en homenaje a los
desaparecidos y luchadores en Argentina y que para ello había pensado en mi
compañera Mary, María Haydée Rabuñal, la Flaquita (3). La idea está basada en el poema que yo le dediqué –“Me dejaron
tu pulóver verde”- e inspiró a la
artista textil Deborah Stockdale para concretarla. Con tal motivo no tuvieron
mejor idea que preguntarme si yo no tenía el pulóver o alguna prenda de Mary
para incorporarla a la arpillera. Fue cuando me di cuenta que no tenía
absolutamente ninguna prenda u objeto de Mary, solo algunas fotos y cartas que
nos escribimos durante nuestro noviazgo – que aún no logro entender cómo es que
se encuentran en mis manos-, cosa que les informé. Me pidieron entonces que
seleccionara alguna carta que les resultaría muy útil y significativo poder
integrarla a la obra.
A partir de entonces no pude evitar ponerme a averiguar si lograba encontrar alguna prenda de la Flaqui
recurriendo a quienes estuvieron cerca de nosotros en aquella época en Córdoba. Fue así que hace aproximadamente un
mes recibí un mantel que es uno de los que usábamos con ella y que nunca más
volví a ver desde el día en que dejamos la última casa en que vivíamos, la cual
debimos abandonar a raíz de una serie de vicisitudes que ocurrieron después de
que fuimos encarcelados.
Después de salir en
libertad ella decidió ir a Buenos Aires por un tiempo, en tanto yo permanecí en
Córdoba con la intención de continuar estudiando para recibirme de médico.
Había tomado la decisión de alejarme de la militancia - e intenté,
infructuosamente, que ella hiciera lo mismo-, por considerar que íbamos a una
derrota segura, aunque nunca me imaginé la terrible pesadilla que se nos venía
encima.
Así transcurrieron los
meses hasta que un día en que me encontraba en un bar de Barrio San Martín, en
una mesa que daba a la vereda, y por esas coincidencias que tiene esta bendita
vida, pasó un compañero (*) del Hospital de Niños (en donde habíamos sido
practicantes, él de hemoterapia – quien al devenir la democracia fue un
destacado actor en el campo de salud pública- y yo de anestesia) quien al verme,
sorprendido, me preguntó si todavía seguíamos
viviendo en la misma dirección. Al confirmárselo, me comentó, muy angustiado, que
acababa de enterarse que la pareja que había vivido allí antes que nosotros – y
a quienes también conocíamos- habían caído presos. Dicho lo cual nos quedamos perplejos y en
silencio, tanto él como el compañero con el que estábamos tomando un café y que también había dejado la militancia. Porque
además de la impresión por la caída, rápidamente hicimos la deducción de que seguramente los estarían torturando y
que, además, era muy posible que no hubieran hecho el cambio de dirección en
sus documentos (4).
Lo que no sabía el que
me avisó era que en ese preciso momento se encontraba circunstancialmente en
casa otro compañero que estaba de paso (y que, él sí, seguía en la militancia
activa), por lo que las posibilidades de que lo atraparan en caso de que fueran
a allanar eran muy altas. Pero por suerte para mí, además de la increíble
casualidad de que ese día no me había quedado, y también porque era común en la práctica
entonces, habíamos convenido una cita de control, con dos recambios, antes de
regresar a la casa (que en realidad era un departamento ubicado en un patio,
escaleras arriba), dado que él tenía
pensado salir más tarde. Fue así que, al no concurrir al tercer recambio, dimos
por sentado que lo habían encontrado y que seguramente ya estaría siendo
interrogando, por lo que decidimos avisar a la familia – que era de Córdoba- y
a la facultad donde estudiaba, a los fines de hacer la denuncia
correspondiente.
Yo, por mi parte, me
quedé a la espera de que viajara algún responsable de la organización para ver
que hacer, pues si bien, como mencioné, ya no pertenecía a la estructura, si
tenía interés en recuperar mis cosas y, por sobre todo, mi libreta
universitaria, sin la cual no iba a poder rendir las materias, pues conseguir
un duplicado y más en las condiciones que me iba a encontrar (prácticamente
prófugo) a partir de ese momento, sería poco menos que imposible.
Así las cosas, llegó el
responsable desde Buenos Aires (5), con
quien decidimos ir a ver qué había ocurrido en el departamento. Hicimos un
minucioso chequeo por el barrio a los fines de no caer en una “ratonera” y
cuando consideramos que ya no corríamos riesgos, nos dispusimos a entrar. Luego
de un cabildeo para ver quien lo hacía primero, subí por la escalera mientras
él me cubría y de una patada – los años de karate no habían sido en vano - derribé
la puerta, encontrándome con una escena que aún hoy recuerdo casi con nitidez.
El lugar estaba “reventado”. Con todo revuelto, desparramado. La ventana que
daba a un patio interno, abierta. Mi gatito estaba caminando sobre la mesa, llorando,
desorientado y seguramente con hambre. En el baño, que estaba a la izquierda de
la entrada, la bañadera estaba casi hasta el tope de agua con sangre
entremezclada, producto del “submarino” que le habían realizado al compañero (6), luego de descubrir que allí vivíamos nosotros,
en el intento de ganar tiempo para que hablara. Pese al impacto por lo que estábamos presenciando, rápidamente
busqué la libreta y el guardapolvo, lamentándome de que se hubieran robado el
tensiómetro y el estetoscopio, pues sabía que pasaría mucho tiempo antes de que
pudiera comprar unos nuevos, cosa que recién concreté luego de recibirme.
Cuestión que salimos
espantados aunque yo contento con mi libreta sintiendo que – pese a todo- los
había jodido.
Después supimos lo mal
que la había pasado el compañero puesto que – otra coincidencia - los que lo
apresaron fueron los mismos del Departamento de Informaciones que me habían
“interrogado” en el Pasaje Santa Catalina, cuando caímos presos con la Flaqui.
Entre los más desaforados estaba el despiadado “Sérpico” (7) (“¿ adonde está el médico, adonde está el médico?” le preguntó
hasta el cansancio, creyendo que yo ya lo era), que se quedó con la sangre en el ojo porque logramos salir en
libertad y tiempo después “me le escapé” de entre las manos, en oportunidad que
intentaron atraparme en pleno centro de Córdoba (8). Esta era la tercera vez que estuvo a punto de atraparme. Después
vendría una cuarta, también fallida.
Lo cierto es que yo
seguí estudiando medicina hasta recibirme. De cómo lo hice será motivo, tal
vez, de otro relato, porque mucho más se complicaron las cosas cuando aconteció
lo que paso a relatar.
Como al departamento ya
no podía volver, mis queridos amigos Juan y Juana (el inolvidable Juan falleció
hace muy poco), que no tenían nada que ver con la militancia pero cuya amistad
fue, y siguió siendo, inquebrantable, me pidieron ir a ocuparlo. Yo no quise
saber nada pero insistieron tanto que finalmente se mudaron con sus hijos (hace
unos meses me enteré que la hija menor nació viviendo ellos allí). A partir de
entonces, cada tanto los iba a visitar o a buscar algo que necesitaba, pues
dada mi situación no tenía domicilio fijo. Vivía en constante movimiento en
casas de compañeros y amigos que por solidaridad me recibían arriesgando su
libertad y su vida, y por los cuales tengo una gratitud infinita.
Una mañana, en que me
encontraba en la casa de un matrimonio amigo de dos extraordinarias personas,
con una generosidad que en ellos era casi innata pues me cobijaban con todo su
afecto (ambos son actualmente médicos destacados y tienen una bellísima y
numerosa familia), leí un titular en La Voz del Interior que mencionaba la
“muerte de subversivos en un enfrentamiento”, pero eran tantos las muertes en
ese momento que casi no le di importancia, por lo que no me detuve a leer la
noticia. Al atardecer del mismo día fui a visitar a Juan y familia y cuando
abrieron la puerta él con el rostro desencajado me dijo: “Petiso ¿no te
enteraste?”,¨¿qué?¨, le respondí, ¨la Flaquita…..” me dijo, ya con las lágrimas
rodando por sus mejillas…, y ahí supe, en uno de los instantes más dolorosos de
mi vida - al que correspondí con un grito de “¡Noooo!” que reiteré hasta el
agotamiento - que lo peor que podía
ocurrir había ocurrido. A Mary la habían matado. Se habían enterado por el
diario.
Fue entonces, ahora
sí, que tuve que pasar a la
clandestinidad, pese a lo cual, con mi libreta (9), mi guardapolvo y mi dolor a cuestas, me terminé recibiendo ya
instalada la dictadura. El Delegado Militar me entregó el diploma.
Nunca
más regresé al departamento hasta este año, donde gracias a la gentileza de una
persona que vivía en el lugar, pude sacar algunas fotos. Fui recuperando
algunas cosas, como las cartas mencionadas, de a poco, pues en la
clandestinidad había que andar “con lo puesto”. No obstante me quedaron libros,
discos y alguna que otra cosa. Pero nada que fuera de uso común con la Flaqui y
muchos menos de uso personal de ella.
Hasta ahora que me
llegó el mantel (10), como un increíble testimonio de
nuestra historia
Que es como constatar, que
pese a todo lo ocurrido, lo que valió la pena fue verdaderamente cierto.
Que la vida sigue y
sigue.
Que, como dice Víctor y
me lo recordó hace poco mi amigo César:
¡Todavía, cantamos!
Miguel Angel de Boer
Agosto 3, 2013
(1) Para
información sobre las arpilleras : http://www.forumarpilleres.cat/que/arpilleras_chilenas.pdf?v=ZiQukBS3UcM&feature=results_video&playnext=1&list=PL0F086BF4689116F4
(2) Exposición
que se va a realizar el 28 de Septiembre de este año en dicho lugar. http://cain.ulst.ac.uk/quilts/exhibit/followup.html#buenosaires280913
(3) Hoy
3 de Agosto, su cumple un nuevo aniversario de su muerte.
(4) Esta
era una medida de “seguridad” que se solía hacer con frecuencia en aquel
entonces. Es decir: se alquilaba una casa fijando el domicilio en el documento
de identidad, para luego alquilar otra sin asentar el cambio, justamente con la
idea de que si se "caía" con esos documentos, los que hicieran el allanamiento
irían al lugar "equivocado", lo que daba tiempo (resistiendo la
tortura, claro) para "limpiar" la que se estaba usando, o sea: para
sacar todos los elementos
comprometedores o alertar a quienes pudieran encontrarse en al misma.
(5) Quien
es actualmente uno de los escasos sobrevivientes vivos escapados de un campo de
concentración. Luego de su fuga (con las
manos y rostro ensangrentados por la
tortura a la que fue sometido) partió al exilio hasta que regresó a nuestro
país. Lo volví a ver años después de haber terminado la dictadura. Actualmente
sigue escribiendo y haciendo importantes aportes a la comprensión y el
esclarecimiento de nuestra historia, aunque de su profesión se ha jubilado.
Tengo el inmenso gusto de tenerlo entre uno de mis mejores y más queridos amigos.
(6) También
sigue vivo. Lo volví a ver una vez al llegar a una esquina en Córdoba, todavía
en plena dictadura, en donde casi nos desmayamos de la impresión, pues algo
fortuito. También estuvo exiliado. Aún recuerdo que en una oportunidad me
llegó, en forma anónima, un libro escrito por él – publicado en Europa- donde
había algunos poemas dedicados a la Flaqui y a mí creyendo que estábamos
muertos. Finalmente se radicó en un país de aquel continente instalando un
restorán, y no hace mucho me enteré que
regresó a nuestro país debido a la crisis económica imperante (por lo que
deduje que sigue con buenos reflejos de sobrevivencia) y sé que hace poco fue
abuelo por primera vez. Lo que no sé es
si está jubilado.
(7) José
Raúl Buceta, fallecido. Junto con el Comisario Raúl Pedro Telleldín (que también participó de mi interrogatorio), de
quien han habido dudas de si no fraguó su muerte, conformaron parte del Comando
Libertadores de América, la Triple A cordobesa. Ambos figuran en numerosos
testimonios como feroces torturadores y asesinos.
(8) Increíblemente
años después el mismo “Sérpico” y la misma patota apresaron y torturaron al
compañero que se encontraba conmigo en el bar de Barrio San Martin, quien
también logró sobrevivir. También está jubilado, también es escritor y también
es uno de mis más queridos amigos.
(9) ¡Que
todavía conservo! Junto con el carnet de la biblioteca de la universidad y el
de Bienestar Estudiantil
(10) Que
me envió…Juana, y que ya se encuentra en Irlanda
(*) Años después de haber escrito el presente pude recordar que era Carlos María Nouzeret a quien tuve el gusto de encontrar en una red. También formaban parte del equipo de hemoterapia el querido amigo y compañero "Titi" Rocchietti, entre otros.
(*) Años después de haber escrito el presente pude recordar que era Carlos María Nouzeret a quien tuve el gusto de encontrar en una red. También formaban parte del equipo de hemoterapia el querido amigo y compañero "Titi" Rocchietti, entre otros.
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domingo, 23 de junio de 2013
Laura (*)
Recuerdo que la conocí en el III Encuentro de la Red Latinoamericana de Alternativas a la Psiquiatría que se realizó, si mal no recuerdo, en el 86, lo que fue para mí la primera vez que – desde antes del golpe del 76 – puede participar en un espacio de esas características. Porque fui uno de los no nos pudimos ir del país a tiempo y debimos mantenernos sobreviviendo en el aislamiento de todo aquello que representara un peligro para nuestras vidas (y para los demás) y, también por vivir a la distancia de los grandes centros, de aquellos que se enteraron de lo que verdaderamente había pasado, recién cuando comenzó la democracia y el Juicio a las Juntas.
Inolvidable encuentro, donde me encontré entre otros con Rubén Musicante, quien fuera mi primer terapeuta en Córdoba a comienzos de los 70 y que hubo de exiliarse en México luego de un atentado con una bomba de la Triple A. Donde Maria Langer en las palabras finales y a modo de cierre del evento dijo :” La locura, la psicosis, existe”. Y también donde Tato Pavloski puso en escena su increíble “Potestad”.
Pero en una de las comisiones fue donde estuve con Laura, junto a otras Madres y otros participantes, intentando poner en palabras lo que había acontencido, sus efectos, sus secuelas. Si aún hoy, transcurridos mas de 30 años, todavía estamos intentando dar cuenta de aquello, en aquel entonces resultaba tremendamente dificultoso. Nunca olvidaré el dolor que nos atravesaba, y la, para mí, casi inexplicable entereza, ante el espanto, que transmitían aquellas mujeres que seguian empujando a la historia hacia delante
Y entre ellas: Laura
Después fui enterándome de ella por distintos medios, hasta que en el 2004, gracias a la generosidad de Marta Zabaleta, volvimos a encontrarnos en la Universidad de Leiden, Holanda, con motivo de una Conferencia organizada por la Sociedad de Estudios Latinoamericanos (SLAS), donde compartimos una mesa, relatando nuestras mutuas experiencias durante la dictadura. Al finalizar, Laura, que había hablado de sus hijas y seres queridos desaparecidos, en un momento en que quedamos solos, me tomó de la mano y con lágrimas en los ojos me dijo: “Es increíble, pero todavía me parece mentira todo lo que pasó”. Y su pena y asombro me estremecieron, pues creo que entendía de lo que me estaba hablando.
Pronto volvimos a encontrarnos en la II Feria de la Palabra, organizada por Rubén Gómez, esta vez como mi invitada, pues era mi deseo que conociera Comodoro, y que mi ciudad la conociera a ella, convencido de que valdría la pena.
Vino junto con Patricia Luli y ambas pararon en casa, y eso días, los tengo, y seguramente Laura también, como de los mas bellos de nuestras vidas, tal la intensidad de lo vivido.
Recuerdo su asombro ante la belleza del mar, de las lomas, de las calles. Su emoción cuando estuvimos en la Biblioteca de Barrio San Martín y la recibieron con tanto afecto y admiración que le parecía increíble. Mas, cuando Rosa Pincol, querida lamgem, la honró con canciones mapuches al son del cultrún y con sus atuendos típicos, con todo el amor con que puede dedicar su canto alguien como ella.
En la Feria hizo una exposición brillante de “Desaparecidos: una palabra” con intercambio que los presentes aún recordarán. Tambén fue quien presentó mi libro “Poemas y canciones”, leyendo además, exultante y conmovida el poema “Que no se vayan todos”. “Nunca había leído un poema en público” me comentó después, con una alegría que la desbordaba.
Inolvidable nuestro paseo por las arenas de Rada Tilly y mas aún a Caleta Cordova, donde hube además de invitarla a comer mariscos en lo del Polaco, que fallelció el año pasado. Eran como las cinco de la tarde cuando fui a pedirle por excepción , dada la hora, que nos atendiera, y él, con la gentileza que siempre tuvo, puso manos a la obra. Cuestión que en una tarde soleada, embellecido por el azul del mar, con nuestras almas contentas, degustamos con todo el placer del mundo una de las comidas, según dijo Laura, mas ricas de su vida. Y aún recordamos y recordaremos los que estuvimos presentes, el diálogo increíble que se produjo entre Zbigmiewcz Gaborowski – que así se llamaba el Polaco – y Laura. La historia encarnada en un diálogo. El fue uno de los últimos combatientes que participaron en el Levantamiento del Gueto de Varsovia que aún permanecía vivo . Razón por la cual poco antes de morir fue condecorado por el gobierno de Polonia. Pero con Laura no hablaron de sus luchas sino de la belleza de la vida. Del placer de disfrutar de una comida hecha con amor y respeto. Eran una dama y un caballero de la vida dándole significado a sus existencias en un encuentro fortuito, para solaz de sus existencias.
Inolvidables las charlas que después tuvimos. Y las copas de vino tinto que se escurrían acariciando nuestros cuerpos, brindando por la alegría de sabernos vivos.
Inolvidable la permanente compañía que le brindaba mi perro Boggie, que como he relatado alguna vez, no se acerca a las personas malas.
Inolvidable Laura.
Porque sus palabras, su mirada, su profunda tristeza y su esperanzadora alegría, se fueron desplegando con el correr de las horas y los días.
Porque donde estuvimos compartió su dolor sembrando palabras de aliento.
Porque sus manos brindaron caricias de consuelo y agradecimiento.
Porque su mirada, franca y profunda, encandiló corazones y su voz arrulló oídos y mentes.
Eso y mucho mas nos brindó Laura.
Hable con ella hace unos meses, cuando me enteré por una querida amiga en común (eterna compañera de lucha) que no estaba bien de salud.
Se alegró, como se suele alegrar ella, cuando me identificó. Recordó algunas cosas, entre ellas: “Si me acuerdo del perrito..Como era el nombre?...”. Y yo sentí que se me estrujaba el pecho de emoción.
Hace tiempo que tengo la intención de escribir algo sobre Laura. Y hoy en este sábado que precede al Día Internacional de la Mujer, no pude contenerme.
Es mi homenaje a ella.
Laura mujer.
Laura madre.
Laura colega.
Laura luchadora..
Laura herida.
Laura destrozada.
Laura valiente.
Laura memoria.
Laura compañera.
Laura dulce.
Laura tierna.
Laura vida.
Por siempre Laura.
Laura Bonaparte.
Que de ella estoy hablando.
Miguel Angel de Boer
Comodoro Rivadavia, Marzo 7, 2009
(*) Falleció el 23-06-13
Inolvidable encuentro, donde me encontré entre otros con Rubén Musicante, quien fuera mi primer terapeuta en Córdoba a comienzos de los 70 y que hubo de exiliarse en México luego de un atentado con una bomba de la Triple A. Donde Maria Langer en las palabras finales y a modo de cierre del evento dijo :” La locura, la psicosis, existe”. Y también donde Tato Pavloski puso en escena su increíble “Potestad”.
Pero en una de las comisiones fue donde estuve con Laura, junto a otras Madres y otros participantes, intentando poner en palabras lo que había acontencido, sus efectos, sus secuelas. Si aún hoy, transcurridos mas de 30 años, todavía estamos intentando dar cuenta de aquello, en aquel entonces resultaba tremendamente dificultoso. Nunca olvidaré el dolor que nos atravesaba, y la, para mí, casi inexplicable entereza, ante el espanto, que transmitían aquellas mujeres que seguian empujando a la historia hacia delante
Y entre ellas: Laura
Después fui enterándome de ella por distintos medios, hasta que en el 2004, gracias a la generosidad de Marta Zabaleta, volvimos a encontrarnos en la Universidad de Leiden, Holanda, con motivo de una Conferencia organizada por la Sociedad de Estudios Latinoamericanos (SLAS), donde compartimos una mesa, relatando nuestras mutuas experiencias durante la dictadura. Al finalizar, Laura, que había hablado de sus hijas y seres queridos desaparecidos, en un momento en que quedamos solos, me tomó de la mano y con lágrimas en los ojos me dijo: “Es increíble, pero todavía me parece mentira todo lo que pasó”. Y su pena y asombro me estremecieron, pues creo que entendía de lo que me estaba hablando.
Pronto volvimos a encontrarnos en la II Feria de la Palabra, organizada por Rubén Gómez, esta vez como mi invitada, pues era mi deseo que conociera Comodoro, y que mi ciudad la conociera a ella, convencido de que valdría la pena.
Vino junto con Patricia Luli y ambas pararon en casa, y eso días, los tengo, y seguramente Laura también, como de los mas bellos de nuestras vidas, tal la intensidad de lo vivido.
Recuerdo su asombro ante la belleza del mar, de las lomas, de las calles. Su emoción cuando estuvimos en la Biblioteca de Barrio San Martín y la recibieron con tanto afecto y admiración que le parecía increíble. Mas, cuando Rosa Pincol, querida lamgem, la honró con canciones mapuches al son del cultrún y con sus atuendos típicos, con todo el amor con que puede dedicar su canto alguien como ella.
En la Feria hizo una exposición brillante de “Desaparecidos: una palabra” con intercambio que los presentes aún recordarán. Tambén fue quien presentó mi libro “Poemas y canciones”, leyendo además, exultante y conmovida el poema “Que no se vayan todos”. “Nunca había leído un poema en público” me comentó después, con una alegría que la desbordaba.
Inolvidable nuestro paseo por las arenas de Rada Tilly y mas aún a Caleta Cordova, donde hube además de invitarla a comer mariscos en lo del Polaco, que fallelció el año pasado. Eran como las cinco de la tarde cuando fui a pedirle por excepción , dada la hora, que nos atendiera, y él, con la gentileza que siempre tuvo, puso manos a la obra. Cuestión que en una tarde soleada, embellecido por el azul del mar, con nuestras almas contentas, degustamos con todo el placer del mundo una de las comidas, según dijo Laura, mas ricas de su vida. Y aún recordamos y recordaremos los que estuvimos presentes, el diálogo increíble que se produjo entre Zbigmiewcz Gaborowski – que así se llamaba el Polaco – y Laura. La historia encarnada en un diálogo. El fue uno de los últimos combatientes que participaron en el Levantamiento del Gueto de Varsovia que aún permanecía vivo . Razón por la cual poco antes de morir fue condecorado por el gobierno de Polonia. Pero con Laura no hablaron de sus luchas sino de la belleza de la vida. Del placer de disfrutar de una comida hecha con amor y respeto. Eran una dama y un caballero de la vida dándole significado a sus existencias en un encuentro fortuito, para solaz de sus existencias.
Inolvidables las charlas que después tuvimos. Y las copas de vino tinto que se escurrían acariciando nuestros cuerpos, brindando por la alegría de sabernos vivos.
Inolvidable la permanente compañía que le brindaba mi perro Boggie, que como he relatado alguna vez, no se acerca a las personas malas.
Inolvidable Laura.
Porque sus palabras, su mirada, su profunda tristeza y su esperanzadora alegría, se fueron desplegando con el correr de las horas y los días.
Porque donde estuvimos compartió su dolor sembrando palabras de aliento.
Porque sus manos brindaron caricias de consuelo y agradecimiento.
Porque su mirada, franca y profunda, encandiló corazones y su voz arrulló oídos y mentes.
Eso y mucho mas nos brindó Laura.
Hable con ella hace unos meses, cuando me enteré por una querida amiga en común (eterna compañera de lucha) que no estaba bien de salud.
Se alegró, como se suele alegrar ella, cuando me identificó. Recordó algunas cosas, entre ellas: “Si me acuerdo del perrito..Como era el nombre?...”. Y yo sentí que se me estrujaba el pecho de emoción.
Hace tiempo que tengo la intención de escribir algo sobre Laura. Y hoy en este sábado que precede al Día Internacional de la Mujer, no pude contenerme.
Es mi homenaje a ella.
Laura mujer.
Laura madre.
Laura colega.
Laura luchadora..
Laura herida.
Laura destrozada.
Laura valiente.
Laura memoria.
Laura compañera.
Laura dulce.
Laura tierna.
Laura vida.
Por siempre Laura.
Laura Bonaparte.
Que de ella estoy hablando.
Miguel Angel de Boer
Comodoro Rivadavia, Marzo 7, 2009
(*) Falleció el 23-06-13
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Rosa Pincol
miércoles, 12 de junio de 2013
sábado, 18 de mayo de 2013
Seres humanos (*)
Quienes
presenciamos la confesión del ex-oficial de la Armada Adolfo Scilingo a través
de los distintos medios, no hemos podido escapar a la perplejidad y al impacto
emocional que generaron sus revelaciones.
Re-velación
en todo el sentido del término, en tanto descubrimiento de lo previamente
velado, de lo que se ha ocultado.
Porque
si bien los hechos relatados por Scilingo han sido fehacientemente comprobados
con anterioridad, es ésta la primera vez que los mismos son reconocidos por
parte de un ejecutor, de boca de uno de los victimarios de las desapariciones
(esto es: la muerte negada) - previa
tortura - de miles de personas, de miles
de seres humanos.
Mucho
se ha hecho en el campo de la psiquiatría y psicología en cuanto a las consecuencias
que padecen las víctimas de los más crueles y aberrantes actos lesivos a la
condición humana. Numerosos estudios, investigaciones y una vasta experiencia (y
aquí la palabra "vasta" no es un mero eufemismo) en la atención a
sobrevivientes de los tantos genocidios y / o guerras "sucias" que
han asolado a la humanidad, posibilitaron la comprensión y el abordaje de las
múltiples secuelas que deben sobrellevar y afrontar quienes vivieron el espanto
en carne propia.
Pero
poco es lo que se ha hecho en cuanto al esclarecimiento de los motivos que
posibilitaron la organización y planificación racional de la destructividad de
parte de los seres humanos hacia sus semejantes y el modo de evitar la
reiteración de situaciones similares.
"Somos
seres humanos y los que tirábamos eran seres humanos", dice Scilingo en la
entrevista con Mariano Grondona.
Ni
extraterrestres, ni monstruos, ni animales: seres humanos son los que han
cometido y cometen las más siniestras vejaciones a sus semejantes.
Seres
humanos muy singulares, sin lugar a duda.
Los
Psicópatas ( a los que no se debe confundir con los psicóticos ) son individuos
que padecen un severo trastorno de la personalidad.
Entre
sus principales características se pueden señalar: la intolerancia a la
frustración y a la angustia, la tendencia a la acción como sustituto de la
incapacidad de pensar, la anestesia afectiva y emocional encubiertas por la
racionalización, la ausencia de sentimientos de culpa y por lo tanto de la
capacidad de arrepentimiento, la subyacente extrema dependencia (detrás de la
aparente autoseguridad y omnipotencia) hacia los demás - en tanto objetos
concretos de sus necesidades y fantasías más perversas quienes son manipulados
según sus conveniencias, la incapacidad de amar debido a la agresividad
destructiva que contienen (sadismo), entre otras.
Imposibilitados
de asumir sus propios conflictos, se relacionan persecutoriamente con la
realidad, a la cual no discriminan objetivamente.
"Locos
lúcidos" o "inmorales sociales" según la terminología con que
intentaba definirlos la psiquiatría clásica, las personalidades psicopáticas
son concientes - y esto los diferencia de los psicóticos - de sus actos, es
decir que comprenden la naturaleza de los mismos, por lo que son imputables
desde el punto de vista jurídico. Dicho en otras palabras: saben que están
haciendo daño, que están cometiendo una maldad, motivo por el cual necesitan
sustentar sus conductas en "razones" de distinta índole (ideológicas,
políticas, religiosas, etc.) que les sirva de justificación.
Hacen
lo que hacen "porque no queda otro remedio", "obligados por las
circunstancias", "porque alguien tiene que hacerlo", encontrando
el terreno fértil para canalizar su patología en el campo de la delincuencia,
en las guerras o en cualquier situación que les brinde una cobertura para
prestar sus "desinteresados servicios". En definitiva: siempre se ven
obligados a "actuar" (en el "fondo" son buenas personas)
Todo lo
hacen por el "bien" de los demás: de sus esposas, de sus alumnos, de
sus pacientes, de sus ciudadanos, de su Patria, en nombre de Dios o de Alah,
del orden o de la justicia. Lo hacen por "amor" (Videla dixit).
Cuando
no se cumplen sus objetivos, sea por falta de posibilidades o porque los
argumentos que justifican sus actos se diluyen, caen en severos desequilibrios
que intentan controlar mediante conductas adictivas - alcohol u otras
sustancias depresoras -, o bien buscando nuevas situaciones que les permita
seguir "en acción". Caso contrario, corren el riesgo de derrumbarse
psicológicamente.
Pero
son las acciones psicopáticas social e institucionalmente organizadas y
justificadas las que más dolor han infligido a la humanidad.
Aquellas
que periódicamente se hacen presentes en la historia, como para constatar la
evidencia de cuanto queda por hacer para transformar a ésta en una sociedad más
sana.
Tal vez
parte de la solución estribe en hacer todo lo posible para impedir que este
tipo de seres humanos detenten el destino de los pueblos, o al menos de que
ocupen funciones de poder, por el cual tienen una particular apetencia.
O en
todo caso, como seres humanos que son,
que sepan que les cabe la responsabilidad de sus actos, el castigo de la
justicia, el repudio de la comunidad y de la historia.
Y a los
que los promueven, justifican o son cómplices de que estos seres humanos lleven
a cabo tan deleznables atrocidades, también.
Dr. Miguel Angel de Boer
(*) Marzo, 15/03/95 , publicado en diversos medios gráficos
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