5 Historias 5: Un hombre, una mujer, un joven, una
anciana y un niño.
1-
Un hombre.
- Tengo una duda tremenda debido a un ofrecimiento que
me hicieron...y bueno...quisiera saber que pensás. Resulta que tengo la
posibilidad de vender drogas. Tengo que juntar una suma equis de dinero y si la
vendo ganaría como diez veces más, un negocio. Pero no sé ...yo nunca anduve en
esas y tengo miedo que me pase algo.
- Pero además, por lo que yo sé, siempre fuiste un
tipo honesto y tenés un criterio ético acerca de ese tipo de cosas.
- Por eso quería hablarlo con vos, aunque sabía que me
ibas a decir eso. Pero vos sabés, me estoy por quedar sin trabajo...me estoy
volviendo loco... ¿Qué va a ser de mis hijos?... Si ya la plata no me alcanza…
- Me doy cuenta que la situación es muy difícil, pero
también vas a tener que pensar que va a ser de tus hijos si te convertís en un
delincuente.
- Yo...creo que no lo voy a hacer pero estoy
desesperado...No quiero ser un mal padre...pero no sé que voy a hacer si me
quedo sin trabajo...estoy muy mal...
2-
Una mujer
- Todo este tiempo que dejé de verlo anduve muy bien
doctor, con algunas dificultades pero pude salir adelante hasta ahora, por eso
vine a consultarlo. Ud. sabe que soy una mujer honesta que a pesar de todo hice
lo mejor por mi familia. Mis hijos se han criado bien dentro de todo y les
brindé cariño y atención, son excelentes personas. Pero ahora...las cosas así
...no puedo quedarme sin hacer nada...
- Supongo que se refiere a la situación económica
- Sí, no sólo que no mejoró, estamos cada vez peor.
Nos ayudan mis padres que ya están jubilados... imagínese... Bueno por eso
quería consultarlo...esto que le voy a decir no lo puedo hablar con nadie.
Mire...siento mucha vergüenza por lo que estoy por hacer, pero ya no nos
alcanza para vivir .Uno de mis hijos está estudiando en la Universidad y si
seguimos así se va a tener que volver.
- ¿Qué piensa hacer?
- Soy una mujer atractiva todavía...bueno...me han
ofrecido dinero...
- ¿Está ejerciendo la prostitución?
- (llorando) ...pensar que siempre me jacté de mi moral,
soy cristiana. Nunca fui una mala mujer...
- Lo sé. Pero muchas personas sienten que el hambre y
la falta de recursos es algo peor, más aún si tienen hijos.
- Ud. no debe estar de acuerdo que haga algo así. Por
favor no me juzgue, sólo quiero que me escuche...
3- Un joven
- Estoy mejor, menos deprimido. Por lo menos duermo
mejor y no tengo ganas de matarme. Ahora tengo que ver como hago para irme de
mi casa, porque así no puedo estudiar, no puedo hacer nada.
- Contame.
- Es un quilombo. Mi vieja se la pasa llorando todo el
día, se levanta para hacer de comer y se vuelve a acostar. Mi hermano más chico
no estudia, va al colegio cuando quiere, no la da bola a nadie. Yo creo que
debe andar en la falopa o algo de eso. Vuelve a la hora que se le canta, trata
de no estar nunca en casa.
- ¿Y tu papá?
- ¿Mi viejo?... un desastre. Anda de un lado para
otro. Dice que se va a arreglar todo, que hay que tener paciencia. Es un
boludo, siempre fue un boludo, un fracasado. A mí no me va a pasar lo mismo...
En casa no lo bancamos. No existe. El otro día no sé
que me dijo y le pegué un empujón...si se hacía el pesado le metía una piña. Lo
odio.
- Pero ¿Desde cuándo están así las cosas? No creo que
haya sido siempre así...
- No... no fue siempre así... Se despelotó todo
después del retiro... tuvo un preinfarto o no sé qué en el corazón y quedó
hecho un pelotudo... Además se le dio por chupar...es un imbécil...
- ¿Qué retiro?
- ¿No te conté? Pidió el retiro en la empresa... Bueno
...antes de eso ya andaba medio loco...pero después en mi casa se fue todo a la
mierda...Yo me tengo que ir lo antes posible de ahí... si no voy a matar a
alguien o voy a terminar amasijándome... No me quiero volver a deprimir....
3-
Una anciana
- He vivido muchas cosas... Sobreviví a tantas
cosas terribles... y ahora que soy una vieja tengo que pasar por todo esto...La
vida así...mejor morir...
- A pesar de todo la veo mejor.
- Sí estoy mejor. Ahora no sufro tanto. Pero eso
quería decirle...no quiero seguir sufriendo... ¿a ud no le parece que tengo
derecho?
- Por supuesto.
- Por eso...como no me queda más plata este mes ya
tomé una decisión...
- ¿Cuál?
- ¿Vio que yo tengo que tomar los remedios por mi
problema cardíaco?....bueno... en mi casa ya no tenemos plata, así que voy a
comprar nada más que los remedios para la depresión ...prefiero morir del
corazón que estar como estaba... no quiero seguir sufriendo.... ud. me entiende
doctor ¿no?...
5- Un niño
- En mi casa dicen que estoy enfermo...y que soy malo
porque no estudio y no hago caso...Siempre hago alguna macana...yo pienso que
tienen razón...Es que no sé que hacer y entonces rompo algo o los hago
enojar...
-¿A quiénes?
- A mi papá, a mi mamá ... a todos...Pero a mi también
me joden. Todos me pegan...por cualquier cosa...como tengo fuerza me agarran
entre todos y me pegan...
- ¿Cómo... entre todos?
- Sí, me agarra mi hermana y mi mamá y viene mi papá y
me pega... Mire como tengo...aquí me pegó ( muestra una marca en la
espalda).... A veces mi papá le pega a mi mamá y ella me pega a mí...
- ¿Y vos que hacés?
- Nada... ya no lloro... pero estoy esperando a ser
grande... Ya me voy a vengar...
- ¿Y qué les pasa que están así?
- No sé... antes no pasaba...cuando mi papá tenía el
otro trabajo... Ahora se va a la seis de la mañana y vuelve como a las diez de
la noche... y mi mamá también tiene que trabajar...Yo estoy solo todo el
día...Y los fines de semana mi papá duerme todo el día... En el trabajo le
dicen que si no le gusta que se vaya...A mí me da lástima (llora)... él antes
era bueno... ahora anda siempre enojado... y siempre nos está diciendo a todos:
al que no le gusta ya sabe lo que puede hacer...y nos muestra la puerta...
Antes nos asustábamos...ahora no le damos bolilla total después se le pasa... A
mí me tiene podrido que me peguen...pero a lo mejor es porque estoy enfermo y
soy malo...
Cinco 5 historias
(¿ficticias?) que tienen un nexo común: la desocupación y el temor a la miseria
atravesando impiadosamente la vida de tantos seres humanos.
Cualquier semejanza con un hecho real es pura
coincidencia
Dr. Miguel Angel de Boer
"LA DESOCUPACION:
ALGUNAS DE SUS CONSECUENCIAS"
I- Breve introducción.
Los años venideros
darán cuenta de si el cambio que se está viviendo en el mundo corresponde al
colapso de la modernidad, o es un
proceso del cual emergerá una instancia superadora de la misma.
Lo cierto es que
nuevas condiciones políticas, económicas
y tecnológicas han modificado a la sociedad de un modo impensable en cuanto
a su magnitud y vertiginosidad.
La globalización de
la economía con el consiguiente desdibujamiento territorial, es decir la
transnacionalización; la aceleración del cambio tecnológico con el auge de la
informática y su impacto en la comunicación; el predominio de la racionalidad
del mercado en desmedro de la intervención del Estado como mediador de los
distintos intereses sectoriales ( privatización) ; la descentralización del ser
humano como sujeto prioritario del acontecer histórico; han condicionado una
situación de precariedad en la vida
cotidiana que se patentiza en una cada vez más aguda fragmentación social, con impactos múltiples a distintos niveles.
El culto al
consumismo, la oferta ilimitada de la diversidad ("el imperio de lo
efímero", donde todo lo que aparece ya es obsoleto), la pérdida de
hegemonía del saber y el conocimiento, la transformación de los roles
familiares y sociales, la modificación de las costumbres, están produciendo un cambio en la percepción de la realidad
tal cual era captada hasta hace muy poco tiempo.
La sociedad pareciera
estar decidida a mostrarse en toda su desnudez, tanto en su capacidad de desarrollo y evolución, como en el grado de injusticia e inequidad a la cual está dispuesta en función de la lógica del rendimiento.
Nunca se ha puesto
tan en evidencia la ilimitada inteligencia del ser humano, como nunca se
expusieron de un modo tan desenmascarado las desigualdades y las miserias.
Todo lo cual conlleva
una vivencia de incertidumbre que
derrumba los sentimientos de seguridad, vulnera los proyectos colectivos,
dejando inerme a la gran mayoría ante una realidad cada vez más compleja, donde
las expectativas se ven frustradas permanentemente, generando la pérdida de referentes indispensables
para la cohesión individual y social con la consiguiente desorientación y
confusión.
Ya nada es como era,
y lo que es va cambiando permanentemente. La realidad se ha hecho más irreal en algún sentido y mucho más real (hiperreal) en otro. Todo es
posible y todo es imposible. Se ha anunciado que sería posible superar la
velocidad de la luz. Podemos presenciar cualquier acontecimiento que ocurre en
cualquier lugar del mundo al instante, a la vez que no sabemos qu{e va a ser de
nuestras vidas la semana próxima. El mundo se encuentra al alcance de todos
(¿de todos?) aunque a muchos ya no les "alcance" el dinero para
comer. Los llamados "chicos de la
calle" manejan con habilidad juegos electrónicos que la mayoría de los
adultos sienten como inaccesibles, y es de esperar que muy pronto se difundan a
nivel masivo los juegos de realidad virtual. En muy poco tiempo los mecánicos
que no conozcan computación no sabrán que hacer con los vehículos que salen al
mercado. Los jóvenes no saben qué estudios seguir (los que pueden) porque las
posibilidades de sobrevivencia a través de una profesión se ven acotadas. Ser
comerciante o empresario no garantiza un futuro de bienestar económico. Las
profesiones liberales no son reaseguro de nada. Las relaciones de dependencia
tampoco.
Los pocos
beneficiados ostentan sus privilegios sin ningún pudor, y los marginados
comienzan a exteriorizar su malestar de múltiples maneras.
La democracia como
sistema de gobierno parece haberse fortalecido. La dificultad radica en qué
hacer con ella, para poder articular un proyecto que beneficie a la sociedad,
esto es: que el crecimiento económico no
se produzca a expensas de la justicia
social.
Y dentro de los
múltiples problemas que se deben resolver, se destaca una nefasta consecuencia
de los cambios que se están produciendo y que se ha transformado en un
emergente social que se agrava día a día: la
desocupación.
II- Algunas precisiones.
El ser humano no
adquiere su condición de tal únicamente por su condición biológica. Esto es: el
cuerpo anatómico se humaniza en tanto
adquiere una identidad, la cual se
construye a través de (y lo enraíza en) la cultura.
Y en ese recorrido de lo biológico a lo social deviene como un ser trascendente
con conciencia de si mismo y para los demás.
De modo que el lugar
que ocupa una persona en el medio
social al que pertenece, es un elemento determinante de su constitución como
tal, en tanto factor de sostén y de
integración, sin el cual queda marginado
y excluido como actor o agente social, queda desarraigado.
Un des-ocupado
es alguien que ha dejado de ocupar su lugar. Lo ha perdido. Perdiendo no sólo
un marco de referencia temporo-espacial, sino los atributos inherentes al
mismo, tanto desde el punto de vista subjetivo (para sí mismo) como en relación
a su contexto. Existimos en tanto seres vivos, pero somos en la medida que podemos expresar y desarrollar socialmente
nuestra personalidad. En este sentido ser un desocupado equivale a un ser-a-medias o a un no-ser (en tanto vivencia de incompletud).
Es decir que el
trabajo no sólo sirve para hacer dinero (hay muchos otros modos de poder
lograrlo), sino que brinda la posibilidad de orientar los componentes vitales
hacia fines sociales (entre ellos las pulsiones agresivas). Y con esto no me estoy
refiriendo al trabajo en sí mismo,
sino a aquel que contempla las necesidades y las capacidades, es decir al
trabajo digno y no al que suele enmascarar las más crueles formas de
explotación y denigración humanas o al que se utiliza para ocultar lo que en
realidad no es sino parasitismo y corrupción.
De modo que quedar
desocupado implica quedar afuera, al
margen de las posibilidades, no sólo del progreso o la mera sobrevivencia, sino
de la inserción social misma, en la medida en que la improductividad - en una
sociedad que hace de la eficiencia y la capacidad de consumo valores de
reconocimiento- estigmatiza (señala) a quien no trabaja como alguien que ha
"fallado" en cuanto a responder a los mandatos que esta misma
sociedad le ha impuesto, y que están interiorizados en tanto mandatos
culturales.
Esto significa que
todo aquél que ha perdido su fuente laboral vive tal situación como un fracaso personal (por más que la
misma sea producto de un proceso socio-económico), generándose numerosos
conflictos que se expresan a nivel individual, familiar y social.
III- Consecuencias
A la luz de la
experiencia que hemos tenido oportunidad de vivir hasta el momento se pueden
considerar tres etapas (a los fines descriptivos) respecto a la desocupación:
l) la amenaza de
quedar desocupado 2) el momento en que se produce la desocupación y 3) la
situación de ser un desocupado.
l) La amenaza
Esta etapa - que hoy
por hoy vive la mayoría de la
población- se caracteriza por una serie de mecanismos que entran en juego con
la finalidad de atemperar o conjurar la idea de que tal situación pueda llegar
a producirse.
Las fantasías tienen
un carácter mágico y su sustrato
común es la idea de que "a mí no me va a pasar" o "a mí no me
puede pasar". Racionalizaciones tales como: "con los años que llevo
no creo que me despidan", " soy joven pero efectivo", van
adecuándose según la situación de peligro va avanzando (despido de compañeros
de trabajo, anuncio de reestructuraciones, etc.). En el caso de las empresas
estatales (como YPF) el conjuro estaba sustentado en hechos como la supuesta
seguridad que brindaban ciertos cargos jerárquicos o el "manejo de la
información" que circulaba a través de una intensa y confusa campaña de
rumores; argumentos emocionales tales como: "con todo lo que le dí a la
empresa no me puede hacer esto" o francamente místicos: "no he hecho
nada para que Dios me castigue de esa manera".
Los intentos de negar
o desmentir la posibilidad del desempleo se van tornando con el tiempo cada vez
más ineficaces, lo cual se pone de manifiesto en un incremento constante de la ansiedad, trastornos del humor,
dificultades a nivel familiar con un bajo nivel de tolerancia y aumento de la
agresión, incremento del consumo de alcohol y/o psicofármacos, con un paulatino
estado depresivo (cansancio, pérdida
de interés, dificultades de memoria y concentración, trastornos del sueño, etc,
acompañado por lo general de fantasías catastróficas), donde no son
infrecuentes los ataques de pánico
(súbito temor a morir acompañado por sensaciones que semejan una crisis
cardíaca, con mareos, palpitaciones, etc), diversas manifestaciones psicosomáticas ( hipertensión.
gastritis, asma, problemas de piel) y afecciones compatibles con un elevado
nivel de estrés tales como las crisis
hipertensivas, los infartos y los accidentes cerebro-vasculares. Desórdenes
todos compatibles con la sobreadaptación
a la que se debe hacer frente.
La situación
repercute a nivel familiar con las consecuentes dificultades de pareja
(disputas de diversa índole, disfunciones sexuales, etc.) y diversos trastornos
en los hijos: de conducta, de aprendizaje, alimentarios, psicosomáticos, etc.
(los niños y los adolescentes por su vulnerabilidad suelen ser los primeros en
acusar el impacto).
En el caso de las
personas que no están en relación de dependencia las consecuencias no son muy
distintas, salvo el desasosiego debido a la carga que implica la autonomía y la
consiguiente autoresponsabilidad en los resultados de la posible catástrofe.
2) El despido.
Es vivenciado en un
primer momento como el fin de una larga agonía, con el consiguiente alivio inicial
respecto de una situación psicológicamente insoportable. "Ya voy a ver
qu{e hago", " ya no aguantaba más" son algunas de las
expresiones más frecuentes. Vivencias de este tipo aceleraron la decisión de
muchos (sumado a la intensa presión psicológica a la que se vieron expuestos) a
aceptar los retiros "voluntarios", como modo de acelerar el cese del
sufrimiento. El alivio suele ir acompañado de cierta euforia (contracara de la depresión
subyacente) respecto a las posibilidades de hacer algo "distinto",
que se expresa en ideas como: "voy a trabajar por mi cuenta",
"al fin y al cabo el trabajo ya me tenía podrido, "ya no voy a tener
que bancar más a los del laburo", "con las relaciones que tengo,
seguro que algo consigo", etc.
Alivio y euforia que
luego van cediendo ante las dificultades que se van presentando para lograr los
objetivos propuestos, con lo que la esperanza va disolviéndose para dar lugar a
sentimientos de impotencia, de autodesvalorización, en fin, de intensa
frustración y desasosiego.
En general el grupo
de pertenencia (familia, pareja) - que un comienzo actúa solidariamente - va
reaccionando frente a la nueva situación con actitudes de reproche y resentimiento hacia el desocupado, produciéndose una
disgregación en los vínculos de cohesión, lo cual produce un reforzamiento del
sentimiento de marginación. El tiempo ocioso forzado, con los consiguientes
cambios en los ritmos cotidianos, son fuente de fricciones que van incrementándose
con el tiempo, modificándose sustancialmente la valoración del rol que
desempeñaba en el grupo familiar quien era - hasta ese momento- la base del
sustento económico del mismo. Lo cual acrecienta el temor y la sensación de
peligro del desocupado, puesto que a la marginación laboral se suma la
marginación en el seno de la familia, es decir, se instala la amenaza de la
pérdida del soporte y continente afectivo y emocional.
En esta etapa suelen
aparecer en forma súbita - o se acentúan - las patologías enumeradas en la
etapa anterior, destacándose la intensificación de la violencia, los conflictos
de pareja (separaciones), los desórdenes en los hijos (quienes comienzan a
descalificar al desocupado, quien es visualizado - ahora - como el responsable
de la frustración de sus necesidades y de su desprotección). Los estados
depresivos se instalan en toda su magnitud, del mismo modo que el uso de
distintas sustancias, como modo de evadir tan penosas circunstancias.
En definitiva, la
sensación de aislamiento es cada vez mayor, y al empobrecimiento económico se
suma el empobrecimiento de la propia identidad, la cual se ve convulsionada por
una verdadera crisis.
3) El
post-despido.
Paulatinamente tanto
el desocupado como el grupo familiar, van adecuándose a la situación, es decir,
toman plena conciencia de su estado y sus consecuencias, frente al cual dos son
las actitudes que se adoptan más frecuentemente:
a) La reorientación del grupo: con
el reordenamiento de los roles, la intensificación de la solidaridad entre los
miembros, la búsqueda de readaptación creativa a través del diálogo y el
rescate de los lazos afectivos. En muchos casos se produce una ampliación de
los vínculos en la red familiar (búsqueda de apoyo en parientes), como asimismo
en el ámbito social de pertenencia (asociaciones, vecinos, etc.). En definitiva,
se opta por el acercamiento y la confraternidad como modo de atemperar el
impacto, lo cual se expresa a través de una participación social y cultural con
predominio de los sentimientos de solidaridad y cooperación. Esta actitud
posibilita una resignificación que abre las puertas a la búsqueda de
alternativas de solución tanto individuales como colectivas (ó mejor dicho:
donde los intereses colectivos no se viven como opuestos a los intereses
individuales), por lo que ni el desocupado ni el grupo familiar quedan aislados
de su entorno, lo cual permite la transmisión
y el uso de la experiencia (y cultura) acumulada.
b) La cronificación del desajuste y el
deterioro: en cuyo caso predominan la dispersión familiar, la
resignación paralizante, el individualismo (cada uno se "arregla por su
cuenta"), cuando no directamente la destructividad en sus manifestaciones
más primitivas. La violencia, el desapego y la renuncia a las responsabilidades,
generan situaciones que suelen ser irreversibles: tal el caso del suicidio, la
agresión física descontrolada o el abandono de los más débiles (enfermos, niños
y ancianos). La confusión gana terreno produciéndose una verdadera pérdida del
sentido de realidad. La frustración y la agresión se suelen expresar en esta
etapa a través de diversas patologías tanto a nivel psicológico como somático (los
desórdenes de estrés post-traumático, las enfermedades cardiovasculares y
psicosomáticas, los trastornos de ansiedad, la depresión, el cáncer, se ven
incrementados), con lo cual se agrava aún más la situación económica,
favoreciendo la aparición de conductas antisociales o delictivas.
Con la vivencia de
que "no hay nada que hacer", de que "todo está perdido" y
de que "ya nada importa", la agresión desborda el ámbito familiar
para trasladarse al ámbito social (cualquier motivo se torna válido para
expresar la violencia contenida).
La pérdida absoluta
de expectativas, la desesperanza y el escepticismo socavan el psiquismo,
naturalizándose así conductas denigratorias de la condición humana con la
transgresión de las más elementales pautas de convivencia.
Todos están
dispuestos a cualquier cosa con tal
de "zafar", tanto del hostigamiento externo como del desequilibrio
interno, "huida" que - por imposible - produce situaciones cada vez
más complejas.
IV- Conclusiones.
De modo alguno he
pretendido agotar con el presente las innumerables consecuencias de un problema
tan complejo como es el de la desocupación. Trabajo que compete al ámbito de
distintas disciplinas e investigadores. Mas no por complejo debemos eludir su
reconocimiento y los modos de poder resolverlo.
No comparto el
concepto de que se trata de un flagelo,
pretendiendo con este eufemismo simplificar las causas que lo promueven. La economía de mercado - tal cual se ha
implementado hasta el momento - ha traído aparejado una progresiva exclusión social, donde los
"beneficiados" son cada vez menos. En la medida que no se promuevan
soluciones genuinas, los efectos seguirán produciéndose inexorablemente. Los
estallidos sociales que se presentan cada vez con mayor frecuencia son prueba
de ello.
El asedio de la
miseria y la pobreza generan un sentimiento de orfandad y de incertidumbre que
llevan a la desesperación y al desdibujamiento de las expectativas. Se han globalizado la desilusión y el
desencanto.
La exaltación de la
ecuación costo-beneficio en desmedro de las necesidades de distintos sectores
sociales vulnera los lazos de pertenencia y fractura los bases de arraigo a la
comunidad.
La fragmentación
familiar y la atomización social son el campo fértil para el surgimiento de la violencia en sus distintas
manifestaciones. (hasta no sería improbable un resurgimiento de cuño mesiánico que pretenda "cambiar "el
curso de la historia )
La deserción del
Estado en su función de mediador para el logro del bien común ( que se
patentiza en su desentendimiento en ámbitos como la salud y la educación) en
conjunción con la reconversión que afronta el sector privado, sigue posibilitando
la inequidad y la desigualdad de oportunidades, con el agravante de la declinación de valores éticos y morales
sustentados en el afán de lucro y de poder, o en pos de la mera subsistencia (empleados
"noquis", funcionarios supernumerarios, élites a nivel dirigencial
estudiantil y académico en las Universidades haciendo su negocio particular, es
decir: burocracia administrativa, política y pedagógica, que contribuyen así a
fortalecer la idea acerca de la ineficiencia y la incredibilidad en las
instituciones estatales, etc).(·)
La complejización de
la realidad incrementa la vivencia de imprevisibilidad frente a la cual no
caben soluciones simples. En ese sentido el problema de la desocupación afecta
al conjunto de la sociedad y la única salida posible estará dada por la
conjunción de esfuerzos de la sociedad en su conjunto.
Cabe señalar que
entiendo que no es la desocupación el
factor único y excluyente de todos
los efectos que he señalado en el presente trabajo (puesto que cualquier
patología es consecuencia de múltiples factores, y no toda persona que
atraviesa esta situación necesariamente ha de enfermarse), pero es
indudablemente en este momento, el más relevante. Con esto quiero significar
que no sólo generando fuentes de trabajo es que se va a mejorar linealmente la
salud mental de la población, pero sin lugar a dudas contribuirá a acrecentar
la misma de un modo notable.
Dr. Miguel Angel de Boer
Comodoro Rivadavia, Agosto 1995
(·) El Ministro de
Economía (Domingo Cavallo) acaba de reconocer públicamente la existencia de
bolsones de corrupción a distintos niveles gubernamentales (
"mafias").
(·)
Seleccionado como el mejor Trabajo Libre presentado en las II Jornadas
Atlánticas de Psiquiatría, organizado por la Sociedad de Psiquiatría y Psicología
Médica de Mar del Plata y la Sociedad de Psiquiatría de La Plata, realizadas
entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre de 1996.