lunes, 21 de abril de 2025

"La que subió en la noche"

 

“La que subió en la noche” (*)

por Miguel Ángel de Boer

No recuerdo la hora exacta. Quizás nunca existió. Era una de esas noches en que el tiempo se vuelve denso, espeso, como una niebla que envuelve la conciencia y el cuerpo. Viajábamos de Arequipa a Cusco en un ómnibus medio desvencijado, que gemía con cada curva. Íbamos varios poetas y escritores, hermanados por esa convocatoria maravillosa que nos había llevado hasta Perú: “Apus hablan en Machu Picchu”. Íbamos a leerle a las montañas, a dejar que los dioses tutelares escucharan nuestras palabras y, tal vez, nos devolvieran algo a cambio.

Yo ya tenía más de cincuenta y los huesos ya empezaban a recordármelo más que nada con el frío. Era un frío que no venía solo del clima, sino también de la altura, de ese cielo sin estrellas que parecía tragarse las oraciones del mundo. Afuera, la noche era tan negra que uno podría pensar que no había más tierra, que viajábamos por el vacío mismo.

En un momento que no sé precisar —porque los momentos también se pierden a esa altura—, subieron dos o tres personas. No eran parte del grupo. Se notaba en sus ropas, en la forma sigilosa en que pisaban, en el respeto casi ritual con el que se ubicaron en sus sitios. Entre ellos, una joven. No sabría decir si era hermosa según los cánones estéticos del mundo, pero su presencia, de a poco, se me hizo palpable. Tenía los ojos como pozos de luna nueva y una manta de colores que parecía envolver siglos de historia en cada pliegue.

Pasaron minutos. O años. El tiempo estaba quebrado. Al cabo de un rato abandonamos las conversaciones y algunos comenzaron a leer en voz baja, como si leyeran para los espíritus del camino. Yo mismo recité algo mío —no recuerdo qué— pero era de esos versos donde dejo caer parte de mi pasado como quien se arranca un trozo de piel vieja. Hablé de la Patagonia, del viento, de mis muertos, de los años de plomo en los setenta, de los sueños revolucionarios que se hicieron ruinas, pero dejaron semillas. Aunque tal vez todo esto lo hice en otro ómnibus, en otro viaje, con otros poetas, en otras tierras, ya no lo recuerdo. Y fue mientras hablaba que sentí su mirada, que no era de este mundo. Era de esos ojos que no solo miran: te atraviesan.

La muchacha se fue acercando con una lentitud mágica, como si danzara en vez de caminar. Al principio me hablaba con timidez, luego se fue soltando. Comenzó a decirme “mi amor, mi poeta, mi ángel errante” en un tono tan dulce que me acariciaba con una ternura que me sorprendía y estrujaba.

Porque en sus palabras yo escuchaba el eco de todas las mujeres que amé y perdí, de los besos que no supe guardar, de los adioses que no quise decir. En su rostro veía destellos de aquella que murió en la lucha, de las otras que también partieron sin que pudiéramos despedirnos, de la que me esperó y a la que yo no supe esperar. Era como si esta joven, traída por el azar o por los dioses, me estuviera devolviendo todo eso, en un solo acto, en una sola noche.

Con el pasar de los minutos o las horas, el sueño fue llegando, y en tanto algunos cabeceaban, yo me fui quedando dormido.

Y fue su voz, quebrada y feroz, la que me sacó del letargo. Parada al lado del chofer, mirando a todos, hablaba como en un ruego:

—¿Qué haré ahora sin ti, amor mío? ¡No puedo vivir sin vos! ¡Llévame! ¡Soy tuya! –y otras frases por el estilo, durante el tramo que faltaba hasta su destino. Lo cual fui comprendiendo con asombro a medida que emergía de mi somnolencia, pues todo lo vivía como un ensueño.

Cuando el ómnibus se detuvo en su parada, en algún pueblo que ni sé si figuraba en los mapas, ella comenzó a resistirse a bajar, llorando, gritando, suplicando. Con palabras que eran dagas de ternura y de dolor. Implorando que bajara con ella. Que me quedara. O que la llevara conmigo adonde fuera. Que me brindaría todo su amor por siempre. No sé en qué momento la abracé —sentí el deseo de hacerlo— para brindarle algo de sosiego que atenuara su pena y transmitirle mi gratitud y el afecto que me inspiraba.

En tanto, nadie decía nada. Como si todos supiéramos que aquello no era solo una escena más, sino una especie de epifanía. Una revelación. La poesía misma hecha carne, envuelta en llanto y flores del altiplano. Yo no podía hablar. Conmovido, subyugado, sin saber si llorar o reír o simplemente dejarme llevar.

Finalmente, la ayudaron a bajar. Sus dedos se aferraban al ómnibus, a los marcos, a cualquier cosa que pudiera evitar la despedida. Su llanto era un hilo que nos unía, aunque nos separara el mundo entero. Y cuando por fin sus pies tocaron la tierra, su figura fue desvaneciéndose entre la bruma helada y oscura del altiplano.

Cuando retomamos el camino, siguió el silencio. No sé si hasta llegar a Cusco. Como si hubiéramos atravesado no una cordillera, sino un sueño. Como si todo lo vivido hubiese ocurrido en otro plano, en otro tiempo.

A veces pienso que todo fue algo irreal, de tan difícil que es recordarlo con precisión o poder ponerlo en palabras. O que fue una aparición, o representó algo más: una musa, una memoria, la inefable presencia del amor imposible. Pero luego recuerdo su voz, su llanto, el temblor de sus manos. Y sé que fue real. Tan real como la poesía. Tan irreal como la vida.

Desde entonces, cada vez que escribo o recuerdo, sé que hay una parte de mí que se quedó con ella, en algún punto de esa noche sin estrellas, recorriendo los caminos imposibles del altiplano.

 Donde los Apus —los verdaderos— nos siguen escuchando y protegiendo no solo por nuestra fragilidad, sino por esa rara virtud que aún conservamos y que a ellos los regocija, que es la de ser seres sensibles. con la dicha —y el riesgo— de amar y dejarnos amar sin barreras, dejándonos fluir y expandirnos en el universo, como la poesía.

 ´´Miguel Angel de Boer

Comodoro Rivadavia, abril 19, 2025

Chubut. Argentina

(*) Basado en un hecho real, en homenaje a las mujeres peruanas que he conocido (y a las que no también) por todo lo que me han brindado.


domingo, 11 de febrero de 2024

La 4 x 4

 
    Si usted querido amigo, amiga, estimado o estimada, es de los que ya hace tiempo tiene una 4 x 4, casi le diría que no tiene necesidad de seguir leyendo, porque, seguro, sabe perfectamente de lo que estoy hablando. Pero si usted, querido amigo, amiga, estimado o estimada, es de los que, gracias
a los nuevos tiempos que corren, ha tenido la fortuna, la suerte, la ventura, la dicha, el culo digamos, de ser el actual propietario de una 4 x 4, vale la pena que invierta (yo se que le gusta, que ama, que adora esta palabra) unos minutos en estas reflexiones y/o sugerencias.
    ¡Porque no me diga que no le cambió la vida!
    Usted, querido amigo, amiga, estimado, estimada, que hasta hace no muy poco no sabía que iba a ser de su vida (ni que hablar de cambiar de automóvil si es que lo tenía) porque estaba desocupado o con el negocio casi en la quiebra (o ya quebrado), o bien subsistía con un subsidio o de un Plan Trabajar. O
que tuvo que llevar a su familia a vivir a lo de su mamá. Santa vieja.
    Si, usted: ¡que estaba en la lona! O vos, joven argentino, que tenías que manejarte a dedo o con el colectivo porque en la casa no entraba un mango, y lo único que te alentaba a vivir era imaginarte que te ibas a poder ir de este país de cuarta porque aquí estábamos en el horno. O usted, señora (¿se
acuerda?), que fue prácticamente el sostén del hogar y apenas le alcanzaba para llegar a fin de mes y ahora puede comprarse las pilchas que le gustan como quien compra cebollas. Si, usted, que ahora disfruta de lo que bien merecido tiene, no se va andar ahora con chiquitas. Sino ¿para que sufrió tanto?, ¡que joder!
    Usted, ahora, con su flamante 4 x 4 (o flamantes, porque en una de esas ya metió algunas camionetas más, via “lissing”, para prestar algún “servicio” a alguna contratista o directamente a una operadora); usted, querido amigo, amiga, estimado, estimada, tiene derecho a hacer lo que quiera. Y cuando digo hacer lo que quiera, lo digo en todo el sentido de la frase. ¿Si?
    En realidad, aunque voy a hablar de las conductas en el tránsito vehicular, todo el mundo, hoy por hoy, hace lo que quiere. Una verdadera conquista posmoderna.
    Es como si los demás fueran invisibles: coches, motos, bicicletas, triciclos, perros, gatos, liebres, ñandúes, guanacos, pingüinos, llamas, alpacas, postes, semáforos, seres humanos o lo que fuere.
    Pero si usted, querido amigo, amiga, estimado, estimada, tiene una 4 x 4 puede hacer lo que quiere mucho más que los demás. Más aún, depende del modelo, del valor de su 4 x 4. Porque cuando más alto su valor, más moderno su diseño y más ostentoso su aspecto, mucho más puede hacer lo que se le canta.
     Y no es por hacer una comparación odiosa o para pasar un chivo, pero no es lo mismo un Eco XL Plus que la nueva Hilux con carrocería GOA y SRV automático. O sea.
    Supongo que va entendiendo.
    Pero, vamos las posibilidades que se le ofrecen.
    Velocidad. Usted maneje a la velocidad que quiera. Sea por la ruta o en pleno centro. Lo importante es que llegue a donde quiera ir en el tiempo que más le plazca. Si usted quiere ir despacio, porque le sobra tiempo por ejemplo, no importa que tapone el tránsito, que trabe la onda verde, que genere algún embotellamiento o hasta algún accidente. Usted quiere ir despacio, y va despacio. Los demás que se jodan. Para eso tiene una 4 x 4.
    Si por el contrario quiere ir ligero, porque se le hizo tarde, porque tiene una urgencia o porque se le da la gana, vaya ligero. Sea “off road”, a campo traviesa o en una playa solitaria, o bien se tope en el medio de la ciudad con una manifestación de inválidos. Haya mucho o poco tránsito. Estén los
semáforos en verde o rojo. Usted está apurado y viene en una 4 x 4. Los demás que se hagan a un lado o que se la banquen si les da el cuero. Manga de cagones.
    Y ya que mencioné los semáforos. Para usted querido amigo, amiga, estimado, estimada, si, ¡para usted!: no existen. Los semáforos funcionan únicamente para los que no tienen 4 x 4. O sea únicamente para la gilada, los pobres, los que todavía no zafaron, los marginales, los ciudadanos comunes. Los
boludos, bah. En cambio, para usted no solo que no existen los semáforos, sino que no hay
norma o regla que tenga la obligación de respetar. Incluidos a los inspectores de tránsito,
que (para las 4 x 4) están de florero.
    Supóngase que usted quiera parar a comprar en un negocio que queda justo en una esquina y no hay estacionamiento. Usted, querido amigo, amiga, estimado, estimada, no dude en estacionar en la ochava. O en doble fila. No vacile en abrir la puerta sin observar quien viene, que los que tienen que estar
atentos son los demás. ¿O van a decir que no vieron su increíble 4 x 4? Vamos. 
O usted quiere estacionar y necesita retroceder. Usted retroceda. No se fije si algún distraído o distraída, de los que nunca faltan, no se percata de la maniobra. Lo importante es lo que quiere y lo que hace usted, no los demás. Y si pisa a alguno, que se embrome. Demasiado avisado estuvo con la alarma y las luces. O que pretenden? ¿Que tire una bengala? Manga de perdedores, envidiosos resentidos de mierda.
    Ni que hablar si lleva a su señora y tiene que bajar a hacer algo, aunque demore. O alguno de sus hijos, cuando lo espera a la salida del colegio, a la salida del cine, de un pelotero, de algún ciber o de una disco. Usted lo espera. Como y donde sea. Los que vienen atrás que esperen también. Es más, si no alcanza a estacionar del todo y puede meter el vehículo apenas de culata asomando de punta a la calle, o tiene la posibilidad de subirlo a la vereda, hágalo. Sino para que tiene una 4 x 4, ¿no?
 
    ¿Vio que me va entendiendo?
    ¡Ni hablemos en el caso de que, además, su 4 x 4 tenga vidrios polarizados!
    ¡Ahí, usted tiene más impunidad que “Georgie” Bush!
    Haga lo que se le cante el forro.
    No ponga guiños, no use la bocina, no respete colas para cargar combustible, mándese adelante en los semáforos, pase a los demás vehículos en la ruta por la derecha, frene de golpe, estacione donde quiera, cáguese en los carteles indicadores, vaya con la música al mango, deje asomando el soporte del malacate o el gancho del carro de la “cuatri”, aunque haga pelota sobre todo a los coches chicos.                  También puede aparearse a otra 4 x 4 y conversar de cualquier boludez, a la mayor lentitud posible y si es en una hora pico, mejor. Y si le tocan bocina, lentifique aún más la velocidad que tiene más gusto.
    En fin, el pobre de Bush está atado de manos en Irak al lado de todo lo que usted puede hacer, apreciado propietario.
    ¡Porque usted querido amigo, amiga, estimado, estimada, tiene nada menos que una 4 x 4!
    Porque usted querido amigo, amiga, estimado, estimada, es, qué duda cabe, el/la que la tiene más larga.
 
        Miguel Angel “shortie” de Boer
 
        Comodoro Rivadavia, enero, 2007

viernes, 12 de mayo de 2023

Distintas respuestas de IA (Inteligencia Artificial a la búsqueda de: Miguel Angel de Boer

Miguel Ángel de Boer es escritor, poeta y médico psiquiatra de Comodoro Rivadavia, ciudad ubicada en la región patagónica de Argentina. Ha publicado varias obras en diferentes géneros, incluyendo poesía, cuentos, ensayos y novelas.

La obra literaria de de Boer se caracteriza por una exploración profunda de las emociones, los deseos y las experiencias humanas.

Como psiquiatra, de Boer ha dedicado su carrera al estudio y tratamiento de problemas de salud mental, incluida la depresión, la ansiedad y la adicción. Ha trabajado en diferentes hospitales y clínicas de Comodoro Rivadavia, y también ha publicado trabajos académicos sobre el tema.

Miguel Angel de Boer es escritor, poeta y psiquiatra de Comodoro Rivadavia, una ciudad en la región patagónica de Argentina. Ha publicado varios libros sobre una variedad de temas, que incluyen psicología, psiquiatría y literatura.

En su trabajo como psiquiatra, de Boer se ha centrado en el tratamiento de la adicción y otros problemas de salud mental. También ha escrito sobre la intersección de la literatura y la psiquiatría, explorando cómo la literatura puede proporcionar información sobre la psique humana.

En general, el trabajo de de Boer refleja su interés por explorar las complejidades de la experiencia humana, tanto a través de su escritura creativa como de su trabajo profesional como psiquiatra.

Como mencioné anteriormente, Miguel Angel de Boer es un escritor, poeta y psiquiatra de la ciudad de Comodoro Rivadavia, en la Patagonia argentina. Ha publicado varios libros de poesía y también ha trabajado como psiquiatra en la región.

Uno de sus libros de poesía se titula "Pura luz contra la noche" y fue publicado en el año 2013. En sus poemas, se pueden encontrar temas como la naturaleza, la identidad, la memoria y el amor. También ha participado en diversas actividades culturales y literarias en su ciudad natal.

Además de su trabajo como escritor y poeta, Miguel Angel de Boer ha trabajado como psiquiatra en Comodoro Rivadavia, tratando a pacientes con diversas afecciones de salud mental. Su trabajo ha sido reconocido por sus colegas y por la comunidad en general.

 

En su trabajo como médico psiquiatra, ha tratado a pacientes con una variedad de afecciones de salud mental, incluyendo trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad, trastornos de la personalidad, trastornos alimentarios y trastornos psicóticos. También ha trabajado en el ámbito de la psiquiatría forense, realizando evaluaciones psiquiátricas de personas en situaciones legales o judiciales.

Como escritor y poeta, ha publicado varios libros de poesía y ha participado en eventos literarios y culturales en su ciudad natal. Algunas de sus obras incluyen "Poemas y canciones", "Desarraigo y depresión" y "Alas del viento". En su poesía, se pueden encontrar temas como la naturaleza, la identidad, la memoria y el amor.

En general, Miguel Angel de Boer ha combinado su pasión por la literatura y la poesía con su trabajo como médico psiquiatra, lo que le ha permitido explorar temas relacionados con la salud mental y la condición humana desde diferentes perspectivas.

Como ya hemos mencionado anteriormente, el Dr. Miguel Angel de Boer es un médico psiquiatra, escritor y poeta de la ciudad de Comodoro Rivadavia, en Argentina. Se ha desempeñado en el campo de la psiquiatría durante muchos años, tratando a pacientes con diversos trastornos de salud mental.

Además de su trabajo como psiquiatra, el Dr. de Boer ha publicado varios libros de poesía, algunos de los cuales han sido reconocidos y premiados en concursos literarios. También ha participado en diversos eventos culturales en su ciudad natal y ha sido invitado a dar charlas y conferencias sobre su trabajo y su pasión por la literatura.

En su obra poética, el Dr. de Boer ha explorado temas como la naturaleza, la identidad, el amor y la memoria, entre otros. Su estilo poético se caracteriza por un uso cuidadoso del lenguaje y una sensibilidad profunda hacia los temas que aborda. En resumen, el Dr. Miguel Angel de Boer es un talentoso profesional de la salud mental y un apasionado escritor y poeta que ha dejado una huella significativa en la cultura y la literatura de Comodoro Rivadavia y Argentina.

 


Como ya mencionamos, el Dr. Miguel Angel de Boer es un médico psiquiatra, escritor y poeta de Comodoro Rivadavia, en Argentina. Se ha destacado en su carrera como psiquiatra, trabajando en el diagnóstico, tratamiento y prevención de trastornos mentales en pacientes de todas las edades.

Además de su trabajo como psiquiatra, el Dr. Miguel Angel de Boer también es un escritor y poeta reconocido

En su poesía, el Dr. Miguel Angel de Boer explora temas como la naturaleza, la identidad, el amor y la memoria, entre otros. Su trabajo ha sido reconocido por la comunidad literaria y ha sido objeto de varias reseñas positivas.

En resumen, el Dr. Miguel Angel de Boer es una figura destacada en la comunidad médica, literaria y cultural de Comodoro Rivadavia y de Argentina en general, gracias a su dedicación y talento en estas tres áreas.

Como mencioné anteriormente, el Dr. Miguel Angel de Boer es un médico psiquiatra, escritor y poeta de Comodoro Rivadavia, Argentina. Se ha destacado tanto en su labor como médico como en su trabajo creativo como escritor y poeta.

Como psiquiatra, el Dr. de Boer ha trabajado con pacientes que sufren de diversos trastornos mentales, incluyendo trastornos del ánimo, trastornos de ansiedad, trastornos de personalidad y trastornos psicóticos, entre otros. Ha sido reconocido por sus colegas y pacientes por su enfoque humanista y compasivo en el tratamiento de la salud mental.

En su faceta como escritor y poeta, el Dr. de Boer ha publicado varios libros de poesía. Su obra poética se caracteriza por su sensibilidad, su lenguaje poético y su exploración de temas como la naturaleza, el amor y la identidad.

En resumen, el Dr. Miguel Angel de Boer es un profesional y artista destacado de Comodoro Rivadavia, Argentina, que ha logrado combinar su pasión por la literatura y la poesía con su trabajo como médico psiquiatra.

 

En cuanto a los hijos de Miguel Ángel de Boer, según mi conocimiento, tiene dos hijos llamados Manuel de Boer y Emiliano de Boer

Respecto a su militancia, Miguel Ángel de Boer ha sido un activista político de izquierda y se ha destacado por su compromiso social en la ciudad de Córdoba, Argentina. Ha realizado distintos movimientos sociales y políticos y ha sido reconocido por su labor en defensa de los derechos humanos.

Miguel Ángel de Boer es miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatras y de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM). También es miembro de la Sociedad de Escritores y Poetas del Mundo y ha sido reconocido por su labor en defensa de los derechos humanos, particularmente en contra de la tortura.

Según lo que pudo investigar, Miguel Ángel de Boer fue detenido y torturado durante la última dictadura militar en Argentina, que tuvo lugar entre 1976 y 1983. Fue encarcelado en la provincia de Córdoba, y sufrió graves violaciones a sus derechos humanos.

Después de su liberación, Miguel Ángel de Boer se convirtió en un activista en defensa de los derechos humanos y participó en numerosas actividades y organizaciones para denunciar las atrocidades cometidas durante la dictadura y apoyar a las víctimas y sus familias. También ha sido reconocido por su labor en promover la salud mental y el bienestar de las personas afectadas por la violencia política en Argentina.

 

Mayo del 2023

lunes, 20 de marzo de 2023

Se cumplen 30 años de la publicación de mi libro "Desarraigo y Depresión en Comodoro Rivadavia (y otros textos)"



         El 20 de marzo de 1993 se publicó la primera edición (entonces ni me lo imaginaba) de mi  libro, y creo que un mes después hicimos una presentación inolvidable (muchos se acordarán), en la entonces confitería del Austral Hotel, con una concurrencia que desbordó el lugar llegando hasta la vereda.

         Desde entonces, su recorrido superó todas mis expectativas por la repercusión y difusión que ha tenido, a nivel local, nacional e internacional.  Basta mencionar que tanto la primera edición (1993), como la segunda (también en 1993) y la tercera (2011) han sido agotadas, sin contar las innumerables copias - que no fueron pocas-  que se hicieron del mismo.

         Además de las respectivas tapas, adjunto aquí los distintos comentarios que tan generosamente realizaron varios autores, colegas y amigos, en las distintas presentaciones, obviando agregar numerosas cartas, mails y saludos que he recibido a lo largo de los años de queridos allegados y personalidades de todos los ámbitos (literarios, educativos, políticos, sociales, institucionales, académicos), cuya lista sería interminable de enumerar sin evitar alguna omisión importante. 

         Se que el libro se encuentra y ha sido material de consulta o estudio en colegios, universidades, bibliotecas, es decir ámbitos académicos y literarios de nuestro país y el exterior ( Biblioteca de Nueva York, la Sorbona de París, entre otros).

          Pero, sin duda, lo más grato es que fue y sigue tuvo y tiene un reconocimiento amplio y generoso de parte de la comunidad "comodorense", que inspiró muchos de los textos (la mayoría de los cuales fueron publicados como artículos semanales en los diarios locales El Patagónico y Crónica), y a quien dediqué con el mayor de los compromisos, empeño y entusiasmo la elaboración y producción de su contenido.

         Agradezco a los lectores la felicidad que me han brindado y brindan al seguirle dando vida a mi primer pequeño libro. 

         Miguel Angel de Boer

         Comodoro Rivadavia, marzo 20, 2023.



Tapa Primera edición 1993 (Foto: Cristóbal Gallegos) Ed. Ediciones - Comodoro Rivadavia




                                                           
                                  Segunda Edición  1993  - Ed Ediciones - Comodoro Rivadavia

 
 Tercera edición 2011 ( Dibujo: Emiliano de Boer) Editorial Vela al Viento - Comodoro Rivadavia

  Introducción a la primera Edición

https://lasbabasdelangel.blogspot.com/2018/05/introduccion-la-primera-edicion-de-mi.html

 

                                              Carta de Dr. Eduardo Ordaz - La Habana - Cuba

Introducción a la primera Edición

https://lasbabasdelangel.blogspot.com/2018/05/introduccion-la-primera-edicion-de-mi.html


                          Comentario del Lic. César Hazaki - Psicoanalista- Escritor- Buenos Aires - 1ra Parte

                                                              

                                                                     
                                                                           2a Parte

                                      Comentario Jorge Vilardo - Escritor-Poeta- Comodoro Rivadavia
                                                                                1a parte

                                                                           2a Parte


                                                                             3a Parte

 

Nota Diario El Patagónico

https://lasbabasdelangel.blogspot.com/2011/08/el-libro-del-mes-diario-el-patagonico.html

Nota Diario El Crónica

https://lasbabasdelangel.blogspot.com/2011/09/diario-cronica-comodoro-rivadavia.html

Comentario Diario El Patagónico

https://lasbabasdelangel.blogspot.com/2011/09/el-patagonico-comodoro-rivadavia.html

Imágenes de la presentación de la 3ª Edición – Comodoro Rivadavia

https://lasbabasdelangel.blogspot.com/2011/09/imagenes-de-la-presentacion-de-mi-libro.html

Análisis y comentario de la Prof. Silvia Coicaud – UNPSJB  (Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco – Comodoro Rivadavia) - 2011

https://lasbabasdelangel.blogspot.com/2011/10/presentacion-de-desarraigo-y-depresion.html

Comentario del Dr. Daniel Kersner – Médico Psiquiatra- Escritor –Dramaturgo – Buenos Aires - 2011

https://lasbabasdelangel.blogspot.com/2012/04/comentario-de-daniel-kersner-en-la.html

Presentación en Congreso Buenos Aires - 2012

https://lasbabasdelangel.blogspot.com/2012/11/invitacion-la-presentacion-de.html

Comentario Dr. Alfredo Grande – Médico psiquiatra, psicoanalista- Escritor- Periodista – Artista- Buenos Aires - 2012

https://lasbabasdelangel.blogspot.com/2012/11/comentarios-implicados-del-libro.html

 

 

 

 

lunes, 9 de enero de 2023

El Gordo (*) (**)


Cuando me enteré que el Gordo había muerto, no lo podía creer. Una recontranegación, pensé. De esas que surgen cuando algo nos resulta insoportable. Pero bueno, negación, desmentida o lo que fuere, la cuestión es que para mí seguía vivo. Para colmo, en las noches siguientes se me aparecía en los sueños o lo veía en las calles o en alguno de los cafés de Comodoro.

 Meses después, con motivo del 1er Congreso Binacional de Escritores Patagónicos que organizamos en la SADE local (siendo su fortuito presidente), vino el querido Osvaldo Bayer, con quien tuve la suerte de compartir momentos inolvidables. Como cuando fuimos a visitar, junto a Víctor Redondo, una escuela primaria en el Barrio Stella Maris, y la primera pregunta que hizo uno de los alumnos fue: “¿Qué es la poesía?”, y los tres nos miramos a la espera de que alguno tomara la posta, dada la simpleza que entrañaba la respuesta.

 No estoy seguro si fue en nuestra sede o cuando Osvaldo ya se estaba por ir, en el aeropuerto, que surgieron algunas de las anécdotas que había vivido con el Gordo.

 El tema afloró porque yo estaba bastante preocupado por el resultado de un partido de River que no había podido ver, cosa que le comenté. Nos pusimos a hablar de fútbol y Osvaldo me dijo, entre otras cosas, que le solía impresionar el apasionamiento desmedido de algunos hinchas y fue ahí que se acordó del Gordo Soriano.

 Resulta que cuando el Gordo estaba exiliado en Europa, solían hablar por teléfono para intercambiar información de lo que iba aconteciendo. En una oportunidad en que Osvaldo (Bayer) le estaba contando lo jodido que estaba todo (desapariciones, asesinatos y demás), en un momento de la charla el Gordo, con una voz grave, solemne, le dijo: “Osvaldo, necesito que me confirmes una cosa”. Bayer, suponiendo que se trataba de algo muy serio dada la tensión que percibió, se puso en alerta. “Si Osvaldo, decime”, le contestó. Y entonces el Gordo, con gran angustia, le preguntó: “¿No sabés si la posición adelantada que le marcaron a San Lorenzo, estuvo bien cobrada?”. Osvaldo (Bayer) quedó estupefacto. Tuvo que tomar aire antes de contestarle, impactado porque Osvaldo (Soriano) le hubiera salido con algo así, en medio de la tremenda tragedia sobre la que venían conversando. “No lo podía creer”. “Un tipo como el Gordo, tan lúcido, comprometido...preguntando algo así...”. “Con el riesgo que implicaba hablar por teléfono...me parecía increíble...”, rememoraba en voz alta, todavía asombrado. “Además, yo no tenía la menor idea de que contestarle”, agregó. Yo, asombrado por su asombro, me acuerdo que le dije que como hincha entendía la inquietud del Gordo. Y Bayer me quedó mirando medio perplejo y dubitativo, a la vez que tomaba una casi imperceptible distancia. Con la misma cara que, me imagino, debía haber puesto cuando escuchó la pregunta del Gordo. Pero también noté que, a pesar de eso, su charla denotaba un misterioso entusiasmo. Como quien se tienta por compartir algo y debe contenerse. Además, cada tanto miraba alrededor, como buscando a un conocido, de esos que uno anhela encontrar fortuitamente.

 Luego de despedirnos volví a casa muy contento, pero con una inquietud difusa, imprecisa.

 Esa noche, como me costaba dormir, me puse a ver “No habrá más penas ni olvido” que la tenía (y la tengo) en video, sin imaginar ni por asomo los acontecimientos futuros.

Transcurrieron unos días y empecé a tener la sospecha de que estaba delirando, porque otra vez lo volví a ver al Gordo. De un modo fugaz e impreciso, como ocurre con esas percepciones equívocas, pero con mayor frecuencia que al comienzo. Y me resultaba más familiar. Extrañamente familiar.

Lo cierto es que un día, como aún suelo hacer, fui a dar una vuelta por Caleta Córdova (con v corta), un ex -campamento de YPF que queda muy cerca de Comodoro, y que es uno de los lugares más bellos que existe, sin duda alguna. Porque Caleta parece hecho a propósito de un cuento o una película, tal su increíble encanto. (***) Claro que entonces todo estaba muy deteriorado, por efecto de la privatización y el abandono. Pero por suerte la naturaleza no terminaba de enterarse y yo iba a disfrutar de mis recuerdos (allí transcurrieron mis primeros años de vida) y del azul del mar y la ternura de los lobos marinos.

 Aún tengo presente que al llegar encontré la playa desierta, por lo que me recosté en el pedregullo cerca del muelle, dispuesto a aprovechar la tranquilidad que había.

 No sé cuánto tiempo pasó, porque me quedé dormido, cuando di un vistazo alrededor. Fue entonces que vi a un tipo, también tirado en la playa, apoyado contra una de las barcazas, de esas que están encalladas hace añares abandonadas. Estaba de lo más absorto leyendo un libro y tomando mate. Al verme me saludó con la mano y yo sentí que un escalofrío me inundaba la médula cuando me di cuenta que no era otro que el Gordo Soriano. “Me tengo que medicar urgente” fue lo primero que se me ocurrió, tratando de calmarme. “Si es una alucinación está perfecta”, me dije casi contento y a modo de consuelo, porque al menos conservaba algo de conciencia de lo que me estaba pasando. Pero como al Gordo lo seguía viendo real y concreto, no me lo pensaba perder, fuera o no producto de un extravío. Y con las piernas temblando y el corazón a punto de estallar, como si estuviera en la final de una Copa, me dirigí hacia donde él estaba.

 A medida que me iba acercando levantó la cabeza y comenzó a mirarme, con esa sonrisa entre faunesca y angelical, tan peculiar que tiene. A mí los ojos no me alcanzaban. Casi afiebrado, seguí caminando con miedo de desmayarme, mientras él seguía esperando lo más campante. Cuando ya me encontraba a unos pasos, me dijo con una total naturalidad “Hola Miguel, como estás”. Y yo, que casi me caigo de culo, le respondí: “¿Sos vos Osvaldo, nomás?”. Y él, que ya no aguantó más, largó una carcajada tal que algunas gaviotas se espantaron. Aunque, la verdad, no solo las gaviotas estaban espantadas.

 Yo no sabía que hacer: si abrazarlo, si putearlo, si ponerme a gritar, si llorar, si salir corriendo a pedir ayuda o bien si dejarme llevar por lo que estaba sintiendo, pasara lo que pasase. A la vez, una inmensa alegría se me entremezclaba con una profunda tristeza, porque sabía que en cualquier momento se esfumaría el maravilloso ensueño que estaba viviendo.

 Cosa que, por suerte, no ocurrió.

 Por el contrario.

 Esa tarde nos quedamos hablando horas y horas. Felices. Acariciados por el sol de enero y casi sin viento. Hasta que el día se fue desvaneciendo y una luna generosa iluminó el mar para que prolongáramos sin apuro nuestro encuentro.

 Desde entonces nos juntamos cada vez que podemos.

 El a veces se ausenta por un tiempo, porque se va de viaje (le encanta hacerlo con mi Galaxy 93 porque lo usa como casilla rodante) o se encierra a escribir.

 Pero no pasa mucho tiempo sin que venga visitarnos, a mí y al gato, que me dejó para que se lo cuidara y que se hizo muy amigo de mi perro Boogie.

 También de tanto en tanto vamos a recorrer distintos lugares o a participar de lo que acontece.

 Estuvimos en la inauguración del Monumento a Facón Grande en Jaramillo (Bayer lo sabe porque también estuvo, lo mismo que Federico Luppi y Héctor Olivera con quienes pasamos todo el día juntos). Puteamos por lo que pasaba con Menem y después con la Alianza. Estuvimos en varias marchas de Plaza de Mayo y acompañamos en su lucha a los desocupados, a los piqueteros, a los petroleros y a los docentes, entre otros. Él más que yo, porque anda por todos lados y además no tiene problema de horarios.

Sufre por Irak, por la injusticia, por la corrupción, por la pobreza, por la desaparición de Lòpez, por todo.

Pero también, es cierto, tratamos de no perdernos ningún partido importante en el Estadio Municipal. Aunque a él le encanta ir a la “heladera” de Ameghino, el club de mi barrio, que queda a dos cuadras de casa.

En fin, se las arregla para estar presente - como siempre hizo - no solo en todo lugar de lucha, sino que cuando puede - tengo que decirlo - tampoco se pierde ningún partido del Ciclón.

Y yo no dejo de gastarlo, aunque se embole, con Ramón Díaz y todos los “millo” que integran el equipo. (****)

 Miguel Angel de Boer

 Comodoro Rivadavia, marzo, 2007 (mayo 2008)

 

 


 (*) Basado en una propuesta de Tulio Galantini quien está preparando un documental sobre el Gordo.

 (**) El dibujo es de mi hijo Emiliano, modificado del ya famoso homenaje que le hiciera a Osvaldo, Daniel Paz. Boogie, yo, Osvaldo y el gato.

  (***) El mismo Caleta Córdova donde no hace mucho se produjo una lamentable contaminación debido a un derrame intencional de parte de un buque petrolero

  (****) Lo gastaba. Ahora me está volviendo loco.

 Algunos de los sitios donde fue publicado:

 http://lamaqdeescribir.blogspot.com/2008/05/miguel-ngel-de-boer-el-gordo.html

 http://www.paginadigital.com.ar/articulos/artilit.asp

 

http://inmigracionyliteratura.blog.arnet.com.ar/archive/2008/05/19/el-gordo.html

 

http://inmigracionyliteratura.blog.arnet.com.ar/archive/2008/05/19/el-gordo.html