lunes, 4 de abril de 2022

Argentina: doble vínculo y esquizofrenia. (*)

 


En un trabajo que di a conocer en el año 1987 respecto al problema del desarraigo y su relación con los estados depresivos, mencionaba: «El problema de la falta de agua es un problema de salud mental en Comodoro Rivadavia».

En artículos que publiqué posteriormente, fue el objetivo mostrar la correlación que existe entre distintos síntomas patológicos (drogadicción, violencia, alcoholismo, etc.) que surgen como problemas sociales, y su engarzamiento con las situaciones político-económicas que favorecen su producción.

Desde entonces mucha «agua» ha corrido bajo el puente, agravando aún más las condiciones desfavorables en aquel momento mencionadas; desencadenándose un deterioro de límites indeterminable.

Sucesivos cambios de gobierno, propuestas incumplidas y esperanzas sistemáticamente frustradas han ido minando cada vez más el equilibrio psíquico de la población, corolario ineludible de la disminución paulatina de las expectativas de una vida que pueda calificarse como digna.

La crisis, la vapuleada crisis que todo lo explica, ha dejado de ser tal para transformarse en un estado de irrecuperable cronicidad, destrozando las actitudes más optimistas con la vivencia angustiante de una existencia continua en un callejón sin salida.

 

«Estamos todos locos».

             Esta es una frase, un pensamiento que se escucha últimamente con mucha frecuencia. «Estamos todos locos», «están todos locos». No son sino modos de anunciar la percepción de la intensa situación de confusión que se está viviendo en el país.

El desconcierto y la incertidumbre de poder cubrir las necesidades básicas para la sobrevivencia, han llegado a un extremo tal, que no son pocos los que sienten su existencia bajo la amenaza cotidiana de la desintegración. Se hallan al borde de un pánico psíquico que hay que tratar de controlar por todos los medios a su alcance.

Desde el punto de vista psicológico, los medios de los que dispone un ser humano se denominan mecanismos de defensa, y éstos pueden ser más o menos eficaces según el desarrollo alcanzado en un momento dado y los distintos elementos que intervienen poniendo a prueba la cohesión lograda.

Dicho de otro modo: cuanto mejores son las circunstancias en que se desarrolla una personalidad, tanto personales como sociales, la misma dispondrá de recursos más eficaces (mecanismos) para tolerar factores adversos a su equilibrio mental, a la espera y búsqueda de una transformación interna y/o externa que le permita una nueva síntesis; esto es, de un grado mayor de crecimiento.

Pero las cosas no son tan simples.

Pues no basta contemplar el grado de intensidad de una amenaza, sino también su duración. ¿Y por qué menciono esto? Porque la tolerancia -como bien dicen muchos- tiene un límite; es decir, que si persisten los factores de descompensación se produce un agotamiento que se traduce en que dichos mecanismos van tornándose ineficientes y se manifiestan en conductas cada vez más primitivas.

Y esto es precisamente lo que se expresa al decir que la locura se ha instalado en nuestra sociedad.

Pues la locura, el primitivismo, nos ha atravesado y nos atraviesa cotidianamente; desgarrando las relaciones familiares, sociales, laborales; en una especie de embudo que atrae a un abismo sin fondo la esencia de la vida: la libertad de optar en un presente por un futuro a construir acorde a nuestras más personales necesidades, las que hacen a nuestra propia identidad.

La esquizofrenia.

 La esquizofrenia es un severo estado de perturbación mental -una psicosis- que se caracteriza por una disgregación de las funciones psíquicas. Esto conlleva trastornos en el curso del pensamiento, un notable empobrecimiento afectivo, un marcado retraimiento y aislamiento respecto al mundo exterior. Sus síntomas más evidentes son los fenómenos alucinatorios y delirantes.

Es, debo decirlo, un «tipo» de locura.

En cuanto a los motivos y causas que la producen, existen numerosas teorías de las que surgen, asimismo, los modos de abordar la posibilidad de su «cura».

En mi experiencia personal, ninguna es excluyente y considero enriquecedor cualquier aporte que sirva para aliviar de tal sufrimiento a quien padece esta pesadilla.

Voy a intentar explicar una de las teorías que intentan dar cuenta del fenómeno de esquizofrenización del ser humano que está basada en el análisis de las comunicaciones.

Sus investigadores estudian las relaciones humanas en base a la comunicación de los sujetos entre sí; sean éstos emisores y/o receptores de mensajes.

Respondiendo a los fines del presente trabajo, desarrollaré algunos conceptos mínimos que faciliten la comprensión del problema.

 

En toda relación humana, los miembros que intervienen en la misma deben establecer el tipo de conducta comunicativa que ha de definir o prevalecer predominantemente.

Por ejemplo, a través de la selección de los mensajes a utilizar o al modo de emplear los mismos.

Esto significa que cuando una persona comunica un mensaje a otra, realiza a la vez, una maniobra para definir la relación, encontrándose la otra persona ante el problema de tener que aceptar o rechazar la maniobra propuesta.

Se dice que una relación es simétrica cuando dos individuos tienen la misma capacidad de maniobra entre sí, y se denomina como relación complementaria a aquella en que la capacidad de maniobrar es desigual.

Al hablar de mensajes no me refiero únicamente al nivel verbal, sino que involucro todo lo que es factible de ser transmitido en una relación.

Esta aclaración es importante puesto que las palabras -lo que se dice- son solo uno de los recursos que se utilizan para establecer una determinada comunicación o un efecto en la misma.

Piénsese en la cantidad y variabilidad de mensajes que intercambia el ser humano con las personas con quienes convive hasta lograr la adquisición de la palabra.

De allí que un niño va pasando progresivamente de una relación complementaria con sus padres, a otra más simétrica en la medida en que va creciendo.

Y he aquí un problema que debe enfrentar el ser humano desde el comienzo de su existencia (en realidad antes de nacer): debido a su inmadurez y desamparo y, por ende a sus limitaciones, durante un período prolongado de su vida, no tiene otra alternativa que aceptar indefectiblemente las maniobras que se le imponen de parte de quienes necesita para poder sobrevivir.

De modo que la posibilidad de su desarrollo se verá o no obstaculizada, conforme se le brinden las condiciones para ir estableciendo paulatinamente un aprendizaje comunicacional que promueva la simetría.


Doble vínculo.

Una relación se hace patológica cuando alguien maniobra para limitar la conducta de otra sin reconocerlo o pretendiendo que hace lo contrario.

Tomemos un ejemplo simple y cotidiano.

Una pareja está viendo televisión y su hijo (o sus hijos) los molestan. Se le indica a ese hijo que vaya a dormir, porque es tarde y está con sueño. El mensaje verbal es aparentemente afectivo («como te quiero y te veo con sueño me ocupo de vos para que vayas a descansar»). El mensaje paraverbal -la intención o el contenido - es agresivo («como no puedo ver la TV tranquilo y no te aguanto, te castigo mandándote a dormir, o sea: te impongo que tengas sueño»).

El niño se ve así ante un mensaje paradojal, pues debe responder ante una maniobra en donde la alternativa es salir como perdedor. Responda como responda, pierde, pues debe someterse a una indicación contradictoria. Veamos por qué.

Si pretende contrarrestar la maniobra porque no tiene sueño, se ve en la situación de tener que percibir que los padres están mintiendo; es decir, que lo que le dicen no es cierto; lo que lo coloca en tener que calificarlos como mentirosos, y dependerá de su nivel evolutivo la capacidad de sostener o no dicha calificación.

Si, por el contrario, acepta la maniobra, no le queda otra alternativa que mentirse a sí mismo; esto es: transformar la molestia que le significa a los padres en sueño para sí mismo, con lo cual vulnera su capacidad comunicacional auténtica.

El mismo ejemplo en su versión no patológica sería el siguiente: que los padres le digan al niño que se retire del lugar porque desean ver la TV sin su presencia. En este caso el mensaje no es contradictorio o paradojal: la forma del mensaje (lo que se dice) se corresponde con el contenido (lo que se quiere decir). El mensaje es coherente o concordante con el modo de relación que se pretende establecer. Hay una indicación que no se desmiente y respecto a la cual se asume la responsabilidad. Del mismo modo la secuencia no sería patológica en el caso en que el niño efectivamente tuviera sueño.

Se habla de una situación de doble vínculo, cuando entre dos o más personas se establece una relación en donde una es víctima constante de las maniobras que realiza la otra, a través de reiterados mensajes paradojales (contradictorios), que le impiden dar una respuesta satisfactoria, produciéndole una continua desorientación, y llevándolo a una paulatina incapacidad de entender el o los mensajes y de poder calificar el tipo de relación que se establece.

Es decir: que la víctima de una relación de doble vínculo no puede juzgar lo que otra persona realmente quiere decir; por tal motivo se va acentuando su preocupación por lo que efectivamente se está diciendo.

No puede establecer la diferencia entre lo que algo es o lo que puede significar.

Vive toda relación como una incongruencia, eludiendo toda posibilidad de definir una relación.

Sintetizando: quien queda atrapado en una situación como la descripta, va a una paulatina esquizofrenización.

 

Elementos de un mensaje.

Todo mensaje dirigido por una persona a otra se puede descomponer, describir, del siguiente modo:

a) Yo

b) le digo algo

c) a usted

d) en esta situación

 

Al negar uno o todos los elementos del mencionados, se elude la definición de una relación, y es cuando se produce una esquizofrenización.

Lo ilustraré con algunos ejemplos:

a) Yo no lo digo, lo dice otro (me lo dijeron, lo dijo el jefe, lo dice tal artículo, fue el alcohol el que me lo hizo decir, etc.).

b) no recuerdo haberlo dicho (no me entendiste bien, te quise decir otra cosa, etc.).

c) estaba pensando en voz alta (le hablo a la vocación, al mundo, etc.).

d) no me refiero a este momento, sino al pasado (me acordé de algo que viví, etc.).

 

Argentina.

     Sería gratificante para mí que los lectores de este breve trabajo comprendan que he intentado explicar una teoría muy compleja.

Si los receptores de este artículo (mensaje) hacen una correlación entre el mismo y lo que ocurre en nuestro país (contenido) y deducen (discriminación) que entiendo que vivimos recibiendo indicaciones contradictorias (paradojas) que nos esquizofrenizan y nos confunden (doble vínculo), espero haber realizado un aporte en pos de que podamos entre todos zafar de la locura que todos sentimos vivir (maniobra patológica).

 

Dr. Miguel Angel de Boer.

Médico psiquiatra- Psicoterapeuta

 

Marzo 03 de 1990. Comodoro Rivadavia- Chubut -Argentina

 

(*) Publicado en “Desarraigo y depresión en Comodoro Rivadavia (y otros textos) en sus 3 Ediciones (agotado)