Entrar como practicante al
servicio de un hospital en aquella época era, como para cualquier estudiante de
medicina de entonces, una de sus mayores alegrías. Los sinsabores del trabajo y
la inseguridad de la inexperiencia quedaban enmascarados - ante los pacientes y
el personal – sólo por el hecho de colocarse el preciado “ambo”, es decir la
chaqueta y el pantalón blancos, que le otorgaban el atributo de ser tratado
como un "doctor", sin serlo, claro, pese al cagazo que todavía lo
acompañaba ya que no hacía tanto que había debutado.
Recordaba
con nostalgia a sus pagos, su familia, sus amigos; la dolorosa decisión de
dejar todo aquello para alcanzar el anhelado título; las veces que estuvo a punto
de dejar todo para volverse, y el pedido casi desesperado de su padre para que
no lo hiciera. “Aguantá, que ya va a pasar”, le decía. “No aflojés, que aunque
te extrañamos vas a ver que vale la pena”, lo alentaba.
Pero
eso ya era cosa del pasado. Había pagado el derecho de piso (adaptándose a
fuerza de llanto a la ciudad, a las pensiones, a la falta de guita…) y ahora su
deseo de ser médico estaba cobrando forma, cosa que lo colmaba de felicidad.
En
el pabellón de guardia, ubicado en el primer piso del Hospital de Niños, una
pequeña habitación con dos camas, una mesa de luz con velador y cenicero y una
ventana desde donde se podía observar la terminal de ómnibus, era su refugio en
los momentos de descanso. Más aún porque su compañero de guardia, como de
costumbre, no estaba, ya que era un veterano (un “crónico”) que tenía una
increíble habilidad para borrarse.
Se
recostó, como se puede recostar alguien que está de guardia: tipo ruleta rusa,
(....me duermo....no me duermo....me duermo....no me duermo.....) e
indefectiblemente ni bien lograba caer en un sueño profundo lo llamaban por
algún motivo. Porque a los primeros que jodían eran a los practicantes, y entre
ellos los elegidos eran los más novatos. Cosa que, después comprobó, ocurría en
todas las guardias de Córdoba.
El
día había transcurrido con tranquilidad. Apenas un par de suturas y una
fractura de radio. Hasta pudo repasar el práctico que tenía que dar al otro día
en la cátedra de "semio" de Altamira, el “ingenieri”, en el Córdoba de General Paz. En realidad pudo estudiar hasta cierto punto, porque también se
puso a divagar, a fantasear... (...puta...ojalá aprenda algo de medicina
aquí......espero servir para algo......porque estos son bravos.....el que no
corre vuela.....si pueden no laburan......también…por la guita que ganan.....ya
voy a aprender.......a cojer me gustaría aprender......aquí todo el mundo se
coje a alguien.......menos yo......tranquilo macho....ya va a llegar.....)
Terminaba
de encender otro "Particulares" con la idea de cebarse unos mates,
cuando lo vinieron a buscar.
-
Doctor....lo llaman de la sala de lactantes, parece que es de urgencia y no encontramos
a ningún médico, así que tiene que ir usted – le dijo la enfermera con cierta
ansiedad
-
¿Yo?
-
Si, usted. Por favor apúrese, que la enfermera está sola y tiene toda la sala. No
da abasto... ¿vio?
-
Está bien, ya voy.
(.....no
debe ser algo grave....éstas siempre exageran porque saben que si no nos
tiramos a chantas...no...no creo que sea algo muy grave....justo ahora que
estoy solo....¡la puta que los parió a los médicos!....siempre lo mismo.... nos
dejan solos mientras ellos se toman el raje...y eso que les dije que volvieran
enseguida porque soy nuevo.......¡la reputa madre que los parió!...)
Un
coro de gritos y llantos lo recibió en la sala apenas cruzó la galería y terminó
de subir la escalera. Sí, era mucho trabajo para una sola persona. Controlar
los sueros, cambiar los pañales, tratar de calmar a los bebitos. Era un
despelote.
-
¿Qué pasa enfermera?
-
Allí doctor. En la salita individual...hay un chiquito que respira mal. No sé
que tiene. Recién tomo la guardia y estoy sola con todo ¿porqué no se fija, a
ver si puede hacer algo?
-
Si. Como no enfermera (...hacer algo.... ¿qué mierda puedo hacer?...en una de
esas no es para tanto.....se ve que la mina está nerviosa...pobre...)...
En
la pequeña cuna el bebito hocicaba con dificultad. Los movimientos
respiratorios eran irregulares, y sus labiecitos azules indicaban que la cosa no
era para joda. Intentando no perder el control y de recordar lo que había
estudiado, se acercó lentamente para darse tiempo...(....cianosis....disnea....
acordate...pelotudo .... acordate....lo que corresponde hacer en estos
casos......puta....y para colmo un bebito.....y no viene un puto médico....¿a
quién le pregunto?......la enfermera...a lo mejor ella.....)
-
¿Cómo dice doctor? ¡Hable más fuerte que no lo entiendo!
-...digo
que si no sabe que le pasó a este chico...
- ¡Ah!...¿Al
nenito…?...Lo intoxicó la mamá....con genioles....estaba con fiebre y le dió
genioles.....genioles para adultos...¿vio?...
-
¿Con genioles?....Pero es muy chiquito.....¿Cuántos meses tiene?
-Y....cuatro
para cinco me parece...lo que pasa es que es gente de un barrio humilde....muy ignorante...¿vio?.....Dijo
la madre que tenía mucha fiebre y no le bajaba.....y no tenía plata ni para el
bondi.....Para mí que está intoxicado....Desde que llegué que lo veo respirar
mal.......Lo llamé al médico de guardia de la sala pero hasta ahora no vino....
- Pero
aquí en la sala, ¿no hay nadie más?
-
Está la doctora, pero tuvo que salir por una urgencia...y no quedó nadie.... ......( ... ¿y yo que mierda
hago?....puta madre....tiene el pulso aceleradísimo.....pero.....¡uy!...¿que
pasa?.....¡dejó de respirar!.......)...
- ¡Enfermera!...¡Enfermera!!.....¡Venga
rápido por favor.....!!
.......(ya
sé...le pongo la máscara de oxígeno...no... mejor lo ausculto... puta...¡no
escucho un carajo!....deben ser los putos nervios....)..
-
¿Qué pasa, doctor?
-...que
está mal… .el nene está mal...enfermera…
…(...mal,
no...para la mierda está...se está muriendo.....eso pasa....¿qué
hago?.....dios....¿qué hago?.... .ya sé......un masaje cardíaco...eso hago...y
mientras que la enfermera....)
-
Enfermera...traiga lo más rápido que pueda una jeringa con adrenalina...así...
-.Pero
yo estoy haciendo un reemplazo doctor...no soy de esta sala...No sé donde están
las cosas...
....(.....no
te digo...se juntó todo...a mí me tiene que pasar....)
-
Consígala como sea...que el pibe se está muriendo... ¡Por favor, enfermera!...
....(se
está muriendo.....te me estás muriendo....No te
mueras...por favor...ahora no...no te mueras.... ¿No ves todo lo que estoy
haciendo?....¡mirá!....te estoy haciendo un masaje.....¿ves?...Dale...aguantá
hasta que venga la doctora....dale nenito....¡qué cagada!....tu vieja te
intoxicó.....no te mueras....Yo te voy a salvar.....tenés que vivir....¡no te
podés morir!....dale....No me cagués...¿no ves que estoy solo?.....Latí,
mierda...dale...latí....Puta...está cada vez más azul!.....que cagada....¿Dónde
están todos?......nos dejaron solos...y yo aquí llorando como un boludo.....te
jodieron nenito.....¡cómo nos jodieron!.....la puta madre....)...
-
Doctor...doctor, aquí viene la doctora...
- A
ver doctor, déjeme a mí- dijo con aplomo la doctora al tiempo que lo examinaba-
No…ya no hay nada que hacer....Este chico está muerto hace ya un rato.....
-…¿Cómo
que muerto?...- preguntó atónito, desesperado
-
..Y...muerto, doctor...muerto… está….
-…¡Pero
si cuando yo llegué estaba vivo, doctora!...
- Sí doctor, pero ahora está muerto...que vamos
a hacer....
A
pesar de que la doctora le pasó el brazo por el hombro tratando de consolarlo,
no pudo dejar de llorar. Se quedó un rato contemplando al bebito. Y sintió un
profundo dolor a la vez que un ardor que se acentuaba en el pecho y el estómago
recorrían todo su cuerpo y que, después supo, eran producto de la furia y la
impotencia que genera la injusticia.
Cuando
se asomó, ya de regreso, por la ventana de su habitación mientras la pava se
calentaba silenciosamente, sintió en plena cara la pesadez de ese cálido verano
de 1969, que ya se estaba despidiendo.
Fue en ese momento que tuvo el
presagio de que no pasaría mucho tiempo para que viniera una descomunal tormenta
que cambiaría algunas cosas para siempre.
Miguel
Angel de Boer
(*) De una serie de relatos
escritos hace ya varias décadas
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