sábado, 17 de agosto de 2019

Thànatos (*)



En un texto que data del año 1920 y que lleva por título “Más allá del principio del placer”, Sigmund Freud postula la existencia de las por él denominadas “pulsiones de muerte”. Hipótesis debatida en el curso de la historia del psicoanálisis, dichas pulsiones (empuje) darían cuenta, según Freud, de la tendencia que tiene el ser humano hacia su propia destrucción.
Por oposición a Eros (“pulsiones de vida”) y en una lucha permanente por imponerse, Thánatos (dios de la muerte en la mitología griega) actuaría poniendo en juego la agresión y la destructividad en la búsqueda del retorno (psíquico) a un estado previo, de la ausencia absoluta de conflictos, en pos de la calma definitiva, de la inorganicidad, en fin, de la muerte.

La historia
De la humanidad, claro está, pareciera darle la razón al obstinado vienés.
Con motivo de una carta que le enviara Albert Einstein en 1932 respecto a su inquietud por el origen psicológico de las guerras, Freud reitera sus conceptos y cierto escepticismo respecto a la posibilidad de que en algún momento de su evolución, los seres humanos pudieran llegar a convivir sin la necesidad de destruirse entre si (paradójicamente lejos estaba Einstein de imaginar el uso mortífero y devastador que le daría a sus descubrimientos, cuando planteaba su preocupación respecto de la paz).

El desarrollo
El desarrollo psicológico del ser humano está determinado por una secuencia que signa su existencia: nace inerme ante los medios que lo rodean, queda expuesto a frustraciones constantes; éstas generan una vivencia de displacer que deviene en agresión y sólo a partir de sucesivas experiencias de placer y satisfacción (amor y ternura) puede incorporar la capacidad de tolerar el dolor psíquico, superar los sentimientos de rabia y odio, para poder así dar curso a su capacidad creativa, como modo de expandir su mente en un sentido constructivo.

La sociedad
Requiere de un ordenamiento para lograr su subsistencia. Y del “gobierno” de la intrincada trama en la que se expresa la relación entre sus miembros, depende la regulación de sus tan variados y contradictorios intereses.
La puja social, económica, política, cultural, está ensamblada en las necesidades de los distintos sectores sociales y de cada ser humano en particular. En tanto dichos intereses buscan imponerse por sobre los ajenos, surgen entonces las desigualdades y la injusticia.
El desmembramiento actual del mundo “conocido” (con sus reglas de juego, sus precisas ideologías, sus delimitadas fronteras) sume al individuo en una atmósfera de desamparo y temor, donde nada pareciera brindar la seguridad de lo certero.

La agresión
Las pulsiones destructivas de muerte encuentran en este “nuevo” mundo amenazante, un terreno fértil en donde manifestarse. En la vida cotidiana, en el ámbito de la familia, del trabajo, del estudio; a nivel personal, en la intimidad, en las relaciones públicas y privadas.
Y de tanto en tanto, hacen su ostentación más visible en episodios que, por su magnitud, convocan a una toma de conciencia ineludible por parte del conjunto de la comunidad, de la sociedad.
En dichas circunstancias, nos vemos remitidos a nosotros mismos; puesto que nos inducen a determinar con responsabilidad hasta qué punto nuestras actitudes, nuestros actos -y los
de quienes rigen nuestro destino- están supeditadas o sometidas a Thánatos o por el contrario, posibilitan que Eros logre su primacía.

Miguel Angel de Boer
Abril de 1992

(*) Publicado en el libro : “Desarraigo y Depresión en Comodoro Rivadavia y otros textos “  - 3 Ediciones

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