sábado, 25 de mayo de 2019

DE GUARDIA (*)




Entrar como practicante al servicio de un hospital en aquella época era, como para cualquier estudiante de medicina de entonces, una de sus mayores alegrías. Los sinsabores del trabajo y la inseguridad de la inexperiencia quedaban enmascarados - ante los pacientes y el personal – sólo por el hecho de colocarse el preciado “ambo”, es decir la chaqueta y el pantalón blancos, que le otorgaban el atributo de ser tratado como un "doctor", sin serlo, claro, pese al cagazo que todavía lo acompañaba ya que no hacía tanto que había debutado.
            Recordaba con nostalgia a sus pagos, su familia, sus amigos; la dolorosa decisión de dejar todo aquello para alcanzar el anhelado título; las veces que estuvo a punto de dejar todo para volverse, y el pedido casi desesperado de su padre para que no lo hiciera. “Aguantá, que ya va a pasar”, le decía. “No aflojés, que aunque te extrañamos vas a ver que vale la pena”, lo alentaba.
            Pero eso ya era cosa del pasado. Había pagado el derecho de piso (adaptándose a fuerza de llanto a la ciudad, a las pensiones, a la falta de guita…) y ahora su deseo de ser médico estaba cobrando forma, cosa que lo colmaba de felicidad.
            En el pabellón de guardia, ubicado en el primer piso del Hospital de Niños, una pequeña habitación con dos camas, una mesa de luz con velador y cenicero y una ventana desde donde se podía observar la terminal de ómnibus, era su refugio en los momentos de descanso. Más aún porque su compañero de guardia, como de costumbre, no estaba, ya que era un veterano (un “crónico”) que tenía una increíble habilidad para borrarse.
            Se recostó, como se puede recostar alguien que está de guardia: tipo ruleta rusa, (....me duermo....no me duermo....me duermo....no me duermo.....) e indefectiblemente ni bien lograba caer en un sueño profundo lo llamaban por algún motivo. Porque a los primeros que jodían eran a los practicantes, y entre ellos los elegidos eran los más novatos. Cosa que, después comprobó, ocurría en todas las guardias de Córdoba.
            El día había transcurrido con tranquilidad. Apenas un par de suturas y una fractura de radio. Hasta pudo repasar el práctico que tenía que dar al otro día en la cátedra de "semio" de Altamira, el “ingenieri”, en el Córdoba de General Paz. En realidad pudo estudiar hasta cierto punto, porque también se puso a divagar, a fantasear... (...puta...ojalá aprenda algo de medicina aquí......espero servir para algo......porque estos son bravos.....el que no corre vuela.....si pueden no laburan......también…por la guita que ganan.....ya voy a aprender.......a cojer me gustaría aprender......aquí todo el mundo se coje a alguien.......menos yo......tranquilo macho....ya va a llegar.....)
            Terminaba de encender otro "Particulares" con la idea de cebarse unos mates, cuando lo vinieron a buscar.
            - Doctor....lo llaman de la sala de lactantes, parece que es de urgencia y no encontramos a ningún médico, así que tiene que ir usted – le dijo la enfermera con cierta ansiedad
            - ¿Yo?
            - Si, usted. Por favor apúrese, que la enfermera está sola y tiene toda la sala. No da abasto... ¿vio?
            - Está bien, ya voy.
            (.....no debe ser algo grave....éstas siempre exageran porque saben que si no nos tiramos a chantas...no...no creo que sea algo muy grave....justo ahora que estoy solo....¡la puta que los parió a los médicos!....siempre lo mismo.... nos dejan solos mientras ellos se toman el raje...y eso que les dije que volvieran enseguida porque soy nuevo.......¡la reputa madre que los parió!...)
            Un coro de gritos y llantos lo recibió en la sala apenas cruzó la galería y terminó de subir la escalera. Sí, era mucho trabajo para una sola persona. Controlar los sueros, cambiar los pañales, tratar de calmar a los bebitos. Era un despelote.
            - ¿Qué pasa enfermera?
            - Allí doctor. En la salita individual...hay un chiquito que respira mal. No sé que tiene. Recién tomo la guardia y estoy sola con todo ¿porqué no se fija, a ver si puede hacer algo?
            - Si. Como no enfermera (...hacer algo.... ¿qué mierda puedo hacer?...en una de esas no es para tanto.....se ve que la mina está nerviosa...pobre...)...
            En la pequeña cuna el bebito hocicaba con dificultad. Los movimientos respiratorios eran irregulares, y sus labiecitos azules indicaban que la cosa no era para joda. Intentando no perder el control y de recordar lo que había estudiado, se acercó lentamente para darse tiempo...(....cianosis....disnea.... acordate...pelotudo .... acordate....lo que corresponde hacer en estos casos......puta....y para colmo un bebito.....y no viene un puto médico....¿a quién le pregunto?......la enfermera...a lo mejor ella.....)
            - ¿Cómo dice doctor? ¡Hable más fuerte que no lo entiendo!
            -...digo que si no sabe que le pasó a este chico...
            - ¡Ah!...¿Al nenito…?...Lo intoxicó la mamá....con genioles....estaba con fiebre y le dió genioles.....genioles para adultos...¿vio?...
            - ¿Con genioles?....Pero es muy chiquito.....¿Cuántos meses tiene?
            -Y....cuatro para cinco me parece...lo que pasa es que es gente de un barrio humilde....muy ignorante...¿vio?.....Dijo la madre que tenía mucha fiebre y no le bajaba.....y no tenía plata ni para el bondi.....Para mí que está intoxicado....Desde que llegué que lo veo respirar mal.......Lo llamé al médico de guardia de la sala pero hasta ahora no vino....
            - Pero aquí en la sala, ¿no hay nadie más?
            - Está la doctora, pero tuvo que salir por una urgencia...y no quedó nadie....         ......( ... ¿y yo que mierda hago?....puta madre....tiene el pulso aceleradísimo.....pero.....¡uy!...¿que pasa?.....¡dejó de respirar!.......)...
            - ¡Enfermera!...¡Enfermera!!.....¡Venga rápido por favor.....!!
            .......(ya sé...le pongo la máscara de oxígeno...no... mejor lo ausculto... puta...¡no escucho un carajo!....deben ser los putos nervios....)..
            - ¿Qué pasa, doctor?
            -...que está mal… .el nene está mal...enfermera…
            …(...mal, no...para la mierda está...se está muriendo.....eso pasa....¿qué hago?.....dios....¿qué hago?.... .ya sé......un masaje cardíaco...eso hago...y mientras que la enfermera....)
            - Enfermera...traiga lo más rápido que pueda una jeringa con adrenalina...así...
            -.Pero yo estoy haciendo un reemplazo doctor...no soy de esta sala...No sé donde están las cosas...
            ....(.....no te digo...se juntó todo...a mí me tiene que pasar....)
            - Consígala como sea...que el pibe se está muriendo... ¡Por favor, enfermera!...
            ....(se está muriendo.....te me estás muriendo....No te  mueras...por favor...ahora no...no te mueras.... ¿No ves todo lo que estoy haciendo?....¡mirá!....te estoy haciendo un masaje.....¿ves?...Dale...aguantá hasta que venga la doctora....dale nenito....¡qué cagada!....tu vieja te intoxicó.....no te mueras....Yo te voy a salvar.....tenés que vivir....¡no te podés morir!....dale....No me cagués...¿no ves que estoy solo?.....Latí, mierda...dale...latí....Puta...está cada vez más azul!.....que cagada....¿Dónde están todos?......nos dejaron solos...y yo aquí llorando como un boludo.....te jodieron nenito.....¡cómo nos jodieron!.....la puta madre....)...
            - Doctor...doctor, aquí viene la doctora...
            - A ver doctor, déjeme a mí- dijo con aplomo la doctora al tiempo que lo examinaba- No…ya no hay nada que hacer....Este chico está muerto hace ya un rato.....
            -…¿Cómo que muerto?...- preguntó atónito, desesperado
            - ..Y...muerto, doctor...muerto… está….
            -…¡Pero si cuando yo llegué estaba vivo, doctora!...
            -  Sí doctor, pero ahora está muerto...que vamos a hacer....
            A pesar de que la doctora le pasó el brazo por el hombro tratando de consolarlo, no pudo dejar de llorar. Se quedó un rato contemplando al bebito. Y sintió un profundo dolor a la vez que un ardor que se acentuaba en el pecho y el estómago recorrían todo su cuerpo y que, después supo, eran producto de la furia y la impotencia que genera la injusticia.
            Cuando se asomó, ya de regreso, por la ventana de su habitación mientras la pava se calentaba silenciosamente, sintió en plena cara la pesadez de ese cálido verano de 1969, que ya se estaba despidiendo.
Fue en ese momento que tuvo el presagio de que no pasaría mucho tiempo para que viniera una descomunal tormenta que cambiaría algunas cosas para siempre.  
           
            Miguel Angel de Boer

(*) De una serie de relatos  escritos hace ya varias décadas

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