lunes, 18 de septiembre de 2017

Imprudencia

                No recuerdo si alguna vez lo mencioné, pero desde que era muy chico tuve alguna tendencia a ser imprudente, a actuar con cierta impulsividad, a adoptar conductas de riesgo como diríamos hoy. Apretar timbres y salir corriendo, tirar piedras al techo del vecino y esconderme, provocar peleas con chicos muchos más grandes que yo - que a veces me perdonaban la vida y otras me cagaban a palos -, nadar hasta donde no hacía pie, afanar fruta a los vecinos que tenían perros sueltos o cosas por el estilo. Meras travesuras que hacíamos casi todos los chicos. En la adolescencia me fui perfeccionando de a poco sin deponer, cada tanto, mi actitud temeraria, cosa que mis viejos lo atribuían a que estaba en la edad del pavo. Más adelante creo que más de una vez me puse en riesgo de un modo un tanto desmedido en cosas tales como consumir alcohol y fumar descontroladamente, seguir siendo fana del Millo o volver a casarme, por dar algunos ejemplos que me surgen espontáneamente. Dejo de lado mi militancia en los 70, porque tiene otras connotaciones. Respecto a los acontecidos en mi adultez prefiero no mencionarlos para no abundar en detalles del pasado.

Ya en la tercera edad creo haber logrado cierto dominio sobre tales conductas. Un poco porque soy más consciente del o los peligros que corro y otro poco porque me siento con mucho menos margen que antes y temo efectos que puedan ser irreversibles. (No resistiría otro divorcio por ejemplo). No obstante lo cual de vez en cuando me mando alguna que otra que realmente me ponen en peligro. Como intentar hacer un trámite por mi cuenta en el ANSES, por ejemplo.
            
            Todo esto viene a colación por algo que me ocurrió en el último viaje que hice a Buenos Aires el mes pasado y que paso a compartirles.

            Salí del Congreso del que participaba un tanto agotado. Era el último día del mismo, por lo que la expectativa que tenía era la de aprovechar el tiempo que me quedaba - antes de regresar a Comodoro - para descansar y distraerme un poco. Entre las cosas que tenía previstas estaba la de ir a Colmegna para hacer algo de spa, sesión de masajes incluída. El único inconveniente era que debía caminar unas cuantas cuadras desde donde estaba, lo cual me resultaba algo agobiante dado el cansancio que tenía.
            
           Había caminado unas cuantas cuadras cuando de pronto vi un letrero que decía: MASAJES ORIENTALES, expuesto en la parte alta de una fachada que semejaba un lugar chino (o coreano o japonés) muy chiquito y de aspecto bastante humilde, por no decir medio trucho o, para ser sincero, truchísimo.
            
           Dudé una milésima de segundo – producto de una alarma que siempre aparece en estas circunstancias y que es donde tengo la oportunidad (la única) de abstenerme – pero cruzar la vereda y golpear la puerta fue algo casi simultáneo. A los pocos segundos una mujer china (o coreana o japonesa) abrió una puerta que casi me pega en la cara, dado que se abría para afuera (que después entendí era funcional al hecho de ganar espacio), y al decirle me quería hacerme unos masajes me respondió algo así como: seesperacicomintspodeserloorraycostactrosontos, cosa que con mi habitual facilidad para entender idiomas extraños traduje como: si espera cinco minutos puede ser, y cuesta cuatrocientos, y le respondí que sí de un toque.

Me hizo pasar a un box o gabinete o algo parecido, cuya entrada estaba pegada a la puerta por la que había entrado, de modo que entré con solo dar uno o dos pasos. Una vez dentro me dijo: ponasecomdoquethavenemssaagista, o sea: póngase cómodo que ya viene la masajista. La verdad es que por un instante se me cruzó la idea de dar alguna excusa y salir corriendo, pero el craving (*) pudo más y comencé a desvestirme lentamente. Luego me recosté en la camilla y traté de relajarme. Habían pasado más de los cinco minutos cuando escuché que la recepcionista hablaba por celular en voz muy alta, en coreano (o chino o japonés), con quien yo supuse sería la masajista. Pues daba la impresión que le recriminaba la demora, porque el tono en que le hablaba era parecido al que se ve en las películas de guerra cuando un oficial coreano, o chino o japonés, les grita a sus soldados para impedir que retrocedan ante el desembarco de las tropas enemigas.  

              Cuestión que pasaba el tiempo y nada. Estaba pensando en decir que me iba, cuando de pronto se abrieron la puerta de entrada y la del box casi al mismo tiempo -dado que como dije estaba muy pegadas – e irrumpió la masajista saludándome con absoluta naturalidad diciendo: Ohaacomooshtaavenporsajeeeeee? (hola como está viene por un masaje?), y sin esperar mi respuesta se impregnó las dos manos con algo y comenzó a masajearme.

            Lo que vino después es muy difícil de describir porque aún me cuesta recordar de un modo claro lo que pasó, dado su carácter confuso, irreal, onírico. Pero bueno, paso a contarles.

            Empiezo por aclarar que la sesión duro más o menos una hora. Que fue una  combinación ininterrumpida de masajes propiamente dichos, intercalados con estiramiento de miembros, dedos, torsión de nuca, etc., entremezclado con preguntas o comentarios que me hacía la masajista tales como: sveequehasshhemjessguidossprquenotamuicturado (se ve que se hace masajes seguido porque no está muy contracturado) o: tantemerbenennytmauchchhaaggguua (es importante comer bien y tomar mucha agua), es decir los comentarios habituales   que hacen las masajistas en todo el universo. Pero fuera de esas interrupciones que me tensaban un poco, por cierto esfuerzo que me implicaba hacer la traducción medio amodorrado, me iba sintiendo bien y lo disfrutaba. Todo, cabe mencionarlo, con un fondo musical de canciones coreanas (o chinas o japonesas) que me hacían sentir en un remoto país asiático.

            Habrían transcurrido unos cuarenta y cinco minutos, porque fue justo cuanto la masajista empezó a dar los clásicos golpes con el canto de las manos en lo que es la última etapa de una sesión, cuando – sin golpear la puerta ni anunciarse – entró la recepcionista como una trompa, y gritando en su idioma originario empezó a discutir con la masajista. Lejos de amedrentarse, ésta le empezó a retrucar sin interrumpir los golpes sobre mi cuerpo, dado que fue evidente que a ninguna de las dos se le cruzó por la cabeza interrumpir la sesión para pelearse tranquilas o bien, esperar que terminara para arreglar el entuerto posteriormente. La cosa es que la discusión iba en aumento (de imposible traducción pues también alzaban el tono de voz a la vez que hablaban cada vez más rápido pisándose las palabras mutuamente, como ocurre en toda discusión que se precie), en la misma medida que la masajista iba acelerando los golpes y aumentando la intensidad de los mismos en todo mi cuerpo. Yo ya me sentía jugado. Calculaba que ya faltaba menos o bien tenía la esperanza de que la discusión no se prolongara indefinidamente, por lo que solo atiné a soportar tanto la pelea como  la gradual sucesión de golpes vertiginosos que me daba, los cuales se acentuaban cuando era ella la que hablaba o replicaba y eran un poco más suaves cuando tomaba aire o se calmaba.

            La verdad es que no sé cómo ni porqué terminó la discusión.  Pero en un momento la coreana o china 1 salió del box, en tanto la coreana o china o japonesa 2 continuó dándome los golpes finales como si no hubiera pasado nada, mientras yo trataba de reconectarme de a poco. Pues entre la relajación del masaje, el lugar totalmente exótico, la música y la desproporcionada y desubicada discusión, me sentía un tanto aturdido y confuso. Aunque en ningún momento perdí el conocimiento o llegué a alucinar, creo.

            Pero así como todo suele tener un comienzo y un final (bueno, no todo), el masaje terminó. Buennopodevshhtirsepokeshaterraminnaoos (bueno puede vestirse porque ya terminamos) me dijo oriental 2, y me dejó a solas. Como pude tomé aire y me fui incorporando lentamente cosa de no hacer una hipotensión postural, a la vez que trataba de reorientarme temporal y espacialmente para vestirme y salir sin tropiezos. Casi de inmediato apareció la coreana o china 1 quien con mucha amabilidad me dijo: Esssshperokseesentabensonncatoshintoss (espero que se sienta bien son cuatrocientos), a lo que le respondí que sí, que me sentía bien y le pagué los cuatrocientos.

            Cuando salí la vi a mi masajista (si: a mi masajista) en el fondo del pasillo junto al escritorio de la recepcionista, y sentí deseos de saludarla. Cuando digo al fondo estoy diciendo a dos o tres metros, tal la pequeñez del lugar.

Al dirigirme a ella me percaté de que al lado de donde yo había estado existía otro gabinete en cuya camilla yacía un hombre que parecía inerme, ignoro si porque hacía mucho que estaba esperando y se había quedado dormido o bien porque había sido víctima de un masaje  parecido al mío. Entonces le di las gracias a mi masajista y fue ahí que se me ocurrió preguntarle el nombre. Y para mi sorpresa, generando en mí un impacto cognitivo y emocional –y diría hasta cultural - que aún perdura, me respondió, con una sonrisa increíble y con la pronunciación más clara, más cristalina, más latina, más castellana, más española que pueda haber: PATRICIA….!!!

Debo agregar que quedé molido, pero esa noche dormí como un angelito.


Miguel Angel de Boer
Septiembre del 2017


 (*) Término anglosajón que significa antojo, anhelo, ansia. Se utiliza para referirse al deseo intento y prolongado de consumir una, o varias, sustancia determinada que suele tener un adicto cuando se encuentra en abstinencia (“limpio”)                      

   

sábado, 26 de agosto de 2017

Breve reflexión acerca del orígen de las actitudes antiparticipativas (*)(**)


«Primero mataremos a los subversivos,
luego a los colaboradores,
después... a los simpatizantes
enseguida...a aquellos que permanecen indiferentes,
y finalmente mataremos a los tímidos».

General Ibérico Saint Jean
Gobernador de la Provincia de Buenos Aires
durante el proceso militar - Mayo 1977 



    Antiparticipación. En contra de la participación. Curioso término que
cobra vigencia para señalar actitudes o acciones que imposibilitan un
desarrollo pleno y dinámico de intervenciones que favorezcan la consolidación
del proceso democrático. Pero... ¿antiparticipación? ¿Por qué no
participación de signo contrario?
   ¿Por qué decir “antidemocrático” y no “pro-autoritario” o “autoritario”, o
“pro-golpista”, o lisa y llanamente “golpista”?
   ¿Es que acaso no se trata de lo mismo? Alguien que actúa antiparticipativamente
¿no está a la vez actuando autoritariamente, golpistamente? La elección
de una palabra y el modo en que se utiliza no es un hecho fortuito y el término
que aquí me ocupa no escapa a dicho criterio. Y bien. ¿Qué quiere decir, qué
significa antiparticipación?
   Fue consigna y objetivo del proceso que padecimos, no solo la eliminación
de toda oposición activa: el “enemigo” que atentara contra los intereses que
encarnaba; sino que dicho propósito se extendía a todo indicio, a toda posibilidad
de resurgimiento de proyectos que tuvieran el mismo sentido. Así, no
aniquiló tan solo a los enemigos “ciertos” y/o “sospechosos”, sino que su finalidad
estratégica contemplaba también la anulación de aquellos que eventualmente
podían llegar a convertirse en futuros opositores.
   Dicho en otros términos: no bastó con la muerte física de los “marcados”,
sino que se implementó la muerte mental de los “no identificados”, transformando
a la sociedad toda en un campo de batalla y en virtuales “delincuentes”
a todos sus integrantes.
   Pauta siniestra, que dejaba sin margen de defensa a todo aquel que pensara
en otros términos; casi, a la función de pensar misma. Ni aún la indiferencia
era garantía de sobrevivencia.
   Indiferencia: desinterés: que no hay atracción ni rechazo: que no importa.
Pero... si la indiferencia, en tanto conducta neutra, no alcanza, si la opción es
una imperceptible línea que demarca el límite entre “ser ganado por la causa” y
“ser del bando enemigo” y que no pasa por ser indiferente, ¿de qué modo salvar
tal situación? ¿cómo mantener una actitud y una conducta que no atraviese el
confín de una frontera imposible o, más aún, inexistente? Podríamos equiparar
indiferencia a no acción. Algo así como pasar desapercibidos, a hacer como
que no se existe, que se está vivo biológicamente; pero no, humanamente. Pero
esto no alcanza. “No debo pensar, no pienso; pero pienso que ni aún así estoy
a salvo, no debo pensar lo que pienso, ni lo que pienso de lo que pienso”. “No
estoy a favor, no se deben enterar; porque si no, aunque no hace falta, puedo
ser castigado muerto”. “No basta que no participe en contra, no basta que no
no-participe”. ¿Y si antiparticipo?
   Antiparticipar no es participar. Tampoco es participar del “otro lado”, pues
eso sería participación; aunque de signo contrario. Antiparticipar sería una
actitud que va mas allá, que intenta salvar fantásticamente una contradicción
ilusoria. Es un hacer no haciendo, es un no hacer haciendo. Es un mirar no viendo,
es un ver no mirando. Es un reír llorando. Es un llorar riendo. Es un amar odiando,
es un odiar amando. Es un decir mintiendo, es un mentir diciendo. Es un vivir
muriendo, es un morir viviendo. Es un ser no siendo, es un no ser siendo. Suerte
de escisión protectora, negación que guarece, desmentida que ampara. Suerte
de descerebramiento simbólico.
   Siniestro ominoso = espantoso que aTERRORiza = a: abominable.
   Siniestro = cambio de signo que posibilita que lo familiar se haga extraño
o lo extraño se haga familiar.
   Siniestro = que ocurre lo que no debió ocurrir nunca.
   Siniestro = que corresponde al lado izquierdo.
   Siniestro = zurdo.
   Siniestro-Siniestro (doblemente siniestro) = que sin pertenecer a la derecha
no debe pertenecer a la izquierda, pero tampoco al centro. S-S (aquí es usado
como abreviatura de doblemente siniestro y no como sigla que identificaba a
las tropas de asalto alemanas)
   Sigo:
   S-S = demostrar que no se pertenece a la izquierda, sin por ello ser de derecha,
ni de centro.
   S-S = la muerte (o la desaparición) física es una prueba de culpabilidad.
   S-S = estar vivo es sospechoso pues puede implicar que se piensa.
   (En la época de la caza de brujas existía un método de detección que consistía
en lo siguiente: se ataba a una persona de pies y de manos y se la sumergía en
el agua. Si se hundía era inocente, si flotaba era culpable, pues solo un brujo
podía flotar en esas condiciones. El castigo era morir en la hoguera).
   S-S = es necesario estar vivo, pero no demasiado.
   es necesario estar vivo-muerto,
   es necesario antiparticipar.
   Respuesta imposible a una consigna imposible.
   Los cuerpos se matan.
   Las ideas... ¿no se matan?
   ¿Cuerpos sin ideas?
   ¿Ideas sin cuerpos?
   Siniestro = ¿retorno de lo reprimido o represión de lo retornado?

   
   Miguel Angel de Boer


(*) Presentado en el III Encuentro de Alternativas a la Psiquiatría, realizado en Diciembre
de 1986
(**) Publicado en "Desarraigo y Depresión en Comodoro Rivadavia (y otros textos)". 1a, 2a y 3a Edición. Vela al Viento - Ediciones Patagónicas. 2011.

lunes, 7 de agosto de 2017

SON de CAFÉ- Compases de una biografía. (*)(**)( prólogo a la nouvelle de Patricia Sampaoli de Bonacci)




Como suele ocurrir con los textos que nos atrapan desde el comienzo de su lectura, Son de café nos impone, nos atrapa, sin sosiego, lo que no implica displacer, sino por el contrario la maravilla de las palabras (al servicio de la deliciosa construcción) de una obra que resulta fascinante por las numerosas implicancias de su contenido.
La historia de Arquímedes Alvárez, con acento en la segunda á, quien es el principal personaje de la nouvelle, se va desplegando desde su quehacer cotidiano en sus distintos roles: como profesor de literatura, oratoria y francés en su interrelación con sus alumnos del taller literario, o bien a nivel personal, donde la literatura misma es interrogada a la vez que expresada en esa siempre inasible posibilidad de capturarla en todo su sentido.
Con una habilidad prodigiosa, sin duda fruto de años de “inspiración y trabajo”, lo cual también incluye experiencia, madurez, apertura, placer y sufrimiento,  la autora nos sumerge en una trama donde la ficción y la realidad , el ensayo y el relato, la prosa y la poesía van deslizándose ante nuestros ojos y penetrando nuestro cuerpo, nuestras sensaciones, nuestros pensamientos, movilizando conocimientos, aprendizajes , memorias e interrogantes, inherentes, como no podía ser de otro modo, a la condición de la existencia humana.
Víctima de una historia traumática, que como ya se sabe busca en la repetición su conjuro, Alvárez lucha por evitar- o creyendo evitar- lo único que es inevitable: la muerte, el  paso del tiempo, la finitud. Y así como con con su adicción compulsiva a la nicotina y al alcohol (que no por casualidad disfruta inspirándolo en el Café llamado...Oldies) la literatura se le impone imperarivamente, incontrolablemente, pues no puede, como al cigarrillo y al recuerdo de sus grandes amores y sus desventuras, abandonarla (o tal vez sea ella quien no lo abandona ) en ningún momento. Escribe y es escrito permanentemente. Tal el designio o la condición inherente a su oficio de escritor: escribir (vivir) hasta el final.
Así, vemos como los distintos personajes van construyendo con sus historias los distintos aspectos del propio Arquímedes complementándose con el quehacer literario que, en sus distintas particularidades, nos va proponiendo Patricia. Es decir Arquímedes, es decir Faulkner, Kafka, Borges, Cortázar, Rilke,Maikowski, Hatwthorne, Laclos, Cervantes, Chéjov. Es decir el/la escritora dando cuenta las lo pulsional que subyace a todo arte, en este caso a la creación literaria, y que pese a su inaprensibilidad, o por eso mismo. no ceja en persistir en su intento de dar cuenta de ello.
Las historias se van entretejiendo con las teorías literarias, los estilos, los géneros, las técnicas, los modos de abordar la escritura en sus distintas modalidades generales y personales. Con sus lugares propios y sus rituales. Con distintos objetivos racionalmente justificados, pese a la incondicionalidad que impone la necesidad de la escritura y, cabe agregar, la lectura, ese espacio de encuentro que constituye un acontecer original cada vez que se consuma.
Sabiendo que la vida solo conduce a la muerte, Arquímedes se “deja” vivir - es un sobreviviente de la dictadura- a la vez que se sumerge como puede y con quien puede en la increíble y fascinante tarea de trasmitir sus conocimientos, único modo de seguir aprendiendo para darle sentido a la existencia.
Y si bien no hay nada que no sea universal en cada palabra que se escriba o pronuncie, es imposible no estremecerse con la presencia viva de Caleta Olivia, de la Patagonia. En su inefable peculiaridad, que siempre está lejos de todo, infinita – donde aún los libros abandonados se sienten más solos que en otras partes- , donde como Alvárez, muchos siempre están de tránsito anhelando el retorno a su lugar de origen, aunque la nutran con lo mejor de sus vidas.
Lo sé, y no puedo dejar de mencionarlo, porque parte de mi infancia transcurrió en Caleta y allí conocí a Don Juan Álvarez,  con acento en la segunda á, a quien menciono en alguno de mis poemas.  Quien, estoy seguro, seguirá perdurando por siempre en nuestro recuerdo junto a Arquímedes. Lo cual, querida Patricia Sampaoli de Bonacci, es profundamente conmovedor y maravilloso, tanto como haberme honrado con la posibilidad de prologar este bellísimo libro.

Miguel Angel de Boer
Comodoro Rivadavia, Septiembre 24, 2016.

(*) SON de CAFÉ - Compases para una biografía. 1ª ed. Comodoro Rivadavia: Vela al Viento - Ediciones Patagónicas, 2016
(**) Presentado el 3 de Agosto del 2017 en la Feria Internacional del Libro 2017 - Comodoro Rivadavia. Chubut. Argentina.

lunes, 8 de mayo de 2017

Comunicado en repudio al 2x1

Expresamos nuestro mas firme repudio y condena ante el escandaloso y vergonzoso fallo que beneficia a represores y genocidas con la Ley del 2x1.
Denunciamos que esta nueva medida es un paso más que busca restaurar la impunidad, contra la cual grandes sectores sociales venimos luchando desde hace más de 30 años.

Fragmentación de las causas judiciales, continuas postergaciones en el desarrollo de los juicios, otorgamiento de prisiones domiciliarias "humanitarias" y, a partir de hoy, la reducción de las condenas a la mitad son algunos de las prerrogativas de las que gozan quienes son los responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos contra nuestro pueblo.

Alertamos sobre las gravísimas consecuencias psicológicas que este tipo medidas produce en las personas que han sido afectadas directamente por el Terrorismo de Estado, con secuestro, desaparición, tortura, represión, robos de bebés y de la identidad, como así también el impacto psicosocial de la impunidad que lesiona profundamente los códigos que regulan el funcionamiento social.

Fue Genocidio!
Son 30.000!

Capítulo de Salud Mental, Derechos Humanos y Emergencias Sociales de APSA (Asociación de Psiquiatras Argentinos)
3 de mayo de 2017.

sábado, 6 de mayo de 2017

Crecí con miedo (·)



            Miedo
                      crecí
                              con
            miedo

            Con oníricas vivencias
            de alegrías fantaseadas
            fue cierto lo que no era cierto
            la verdad escatimada

            Miedo
                       crecí
                               con
            miedo

            Busqué abrazar lo tierno
            el odio me contestaba
            mi mente buscó refugio
            en soledades doradas

            Miedo
                      crecí
                              con
            miedo

            Cómo explicar lo que siento
            no me alcanzan las palabras
            viví llorando mi muerte
            con burbujas de esperanza

            Miedo
                       crecí
                               con
            miedo

            Sé que el amor existe
            todo mi ser lo proclama
            más solo no puedo lo juro
            ni vos sin mí mi alma

            Miedo
                       crecí
                                con
            miedo


            Ignoro el porqué de estos versos
            en esta noche de madrugada
            si es mi historia o es tu historia
            o inconscientes remembranzas

            Miedo
                       crecí
                               con
            miedo

            Miedo te tengo miedo
            como un niño a sus fantasmas
            no obstante vivo viviendo
            conjurando tus acechanzas

            Miedo
                       crecí
                               con
            miedo

            No me doy por vencido
            mi esencia aún está intacta
            puedo cantar gozando
            si una mano me acompaña

            Miedo
                      te desafío
                                     miedo
            a otra batalla.


                                                   Miguel Angel de Boer                                                                    

            (·) Blues

            (·) Música: Pablo Kusselman

             Poema escrito en los 80´ y publicado en el "Poemas y Canciones" Ed. Último Reino. Buenos Aires- 2003 (agotado)

jueves, 4 de mayo de 2017

Cementerio de animales (*)


Tal es el título de la novela de Stephen King -también llevada al cine- en donde el autor plantea, magistralmente, el conflicto de un padre que, ante el insoportable dolor y los agobiantes sentimientos de culpa que siente por la muerte de su pequeño hijo, concibe una idea espeluznante: retornarlo a la vida.
El “cementerio” es un lugar antiquísimo y abandonado -oculto- que tiene el poder de “resucitar” a los que allí son enterrados. Enterado de esa posibilidad, el padre -ya desquiciado por la angustia- cumple el siniestro ritual y “recupera” así a su amado hijo. Pero la alegría es efímera cuando descubre, horrorizado, que el niño ya no es el de antes: se ha convertido en un “re-vivido”, en un “muerto-vivo”, en un “zombie”. Tiene vida, pero no existe. No tiene alma. No es una persona. Busca venganza por lo que “le” han hecho y que ansía retornar a su estado natural: ser un “muerto-muerto”, descansar en paz.

Duelo y Nostalgia
El duelo es la reacción que se produce frente a una pérdida real o imaginaria, consciente o inconsciente. Es una “lucha”, un combate que libra el psiquismo procurando restablecer su equilibrio, el cual será posible en tanto la pérdida pueda ser aceptada, asimilada. Si el proceso fracasa, se transforma en un duelo patológico -depresión- donde lo perdido cobra una presencia “viviente” que, como un agujero negro, “devora” al sujeto y lo atrapa en un callejón sin salida, condenándolo a un luto eterno. Nostalgia significa: deseo doloroso de regresar. Expresa la aflicción de sentir que algo o alguien ha quedado atrás, y el profundo anhelo del reencuentro.

Esperanza
El tiempo que dura un duelo (luto) depende de varios factores: intensidad de la pérdida, su significación, etc. La resolución del mismo deviene en un alivio paulatino, la reorientación hacia la realidad, la vivencia de una alegría auténtica y el resurgimiento de la esperanza. Esta es la confianza en que se podrá lograr lo deseado, la fe en que el intento es válido, la convicción de que la “espera” no será vana.

Duelo criollo
Es el que nos toca vivir hoy.
En un mundo que se halla inmerso en un vertiginoso período de cambios, la vida es una lucha implacable ante las demandas que la realidad le impone. Lejos han quedado las reglas de juego estables y conocidas: en lo político, en lo económico, en lo social.
Vivimos en una transición que no nos da respiro sin que podamos atisbar cuáles serán los resultados, sintiendo el peso de la amenaza que esto implica para nuestra identidad.
Queda una única salida: restituir la conciencia de la historicidad de nuestra existencia. De modo que podamos ir convirtiendo la nostalgia en memoria, la pena en fortaleza. En síntesis: admitir las pérdidas para no morir en vida, desechando las paralizantes soluciones mágicas que desvitalizan nuestra potencialidad creadora. De modo que logremos aprovechar lo aprendido y dominemos el temor a seguir aprendiendo.

Miguel Angel de Boer

Julio/Agosto 1989


(*) Publicado en  "Desarraigo y Depresión en Comodoro Rivadavia (y otros textos). 1a, 2a y 3a Edición.

domingo, 16 de abril de 2017

Acá donde el viento brama (*)


El título viene a colación de la “película que se filmó en Comodoro” y que tuvimos oportunidad de ver hace algunos días, la cual significó, sin duda, un momento de nostalgia para quienes participamos de la misma.
Y digo “participamos”, porque fue la comunidad la principal protagonista de su realización. El anhelo de que todo saliera bien impulsó a que todos brindaran cuanto estaba a su alcance para lograr el objetivo imaginado.
Al verla, luego de tantos años, se agitan los recuerdos y todos podemos“leer” el argumento que más nos conmueve: el inexorable paso del tiempo plasmado en imágenes.
Pero más allá de las vivencias personales, voy a intentar una lectura simbólica que creo oportuna.

La “película”
Es sorprendente el modo en que están planteados los conflictos tanto individuales como sociales en torno al nudo principal: el descubrimiento del petróleo(sin querer abocarnos a determinar la veracidad real o no del argumento).
Descuella, en primer lugar, el “malo” Petersen con una brutalidad primitiva,rayana en lo grotesco. Brutalidad que es acompañada por la impunidad que deviene por una absoluta falta de integración del poblado (sin conciencia de comunidad), donde por cobardía o por conveniencias individuales, opta por la
pasividad o la sumisión. El otro personaje, una especie de cowboy intelectual aventurero,es el que resalta como testigo lúcido de los acontecimientos, optando por dar explicaciones de lo que ocurre, pero que tampoco actúa como protagonista activo.
Los otros personajes -la prostituta, la pequeña aborigen, el dueño del hotel, los obreros, Fuchs, Beghin- se ven atravesados por una violencia casi caricaturesca;por un apasionamiento que linda en la destructividad, en que la consigna pareciera ser sobrevivir como sea, sin el más mínimo indicio de solidaridad y cohesión. Cuando se produce un movimiento de conjunto, es a través de la manipulación y la irracionalidad.
El final se torna casi profético a la luz de como se desarrolló la “verdadera” historia desde aquel entonces.
A punto de descubrirse el petróleo, Petersen “moviliza” a la población para atacar a quienes considera sus enemigos: los que pueden atentar contra su principal sostén de poder; es decir, el monopolio del agua. En ese instante, cuando todo parece irremediable, aparece el aventurero junto a varios aborígenes
a quienes “agita” contra Petersen como asesino y genocida, quien trata de huir sin éxito.
Muerto el malo y cuando todo parece concluir, (el cowboy se marcha a retiro) surge el extraño oro negro, para alegría de sus descubridores y la indiferencia del “bueno-esclarecido” que, de espaldas al nuevo ciclo que parece anunciarse, vuelve al campo con la prostituta-madre arrepentida que está dispuesta a “caminar” a su lado.
Concluyo con una reflexión: Petersen, ¿habrá muerto en realidad?
La población, ¿logró convertirse en comunidad?. El petróleo que surgió ¿a
quién ha beneficiado?.
Sólo cabe una acotación: ¿y el agua?.

Miguel Angel de Boer
Comodoro Rivadavia, Chubut


(*) Publicado en  el libro "Desarraigo y Depresión en Comodoro Rivadavia  ( y otros textos)" , del cual hay 3 ediciones. El texto fue escrito en la década del 80.