miércoles, 27 de octubre de 2010

"Venimos del sur del mundo"(*)


Dijo el Dr. Néstor Carlos Kirchner en un pasaje de su discurso inaugural, al asumir como el primer presidente patagónico en la historia de nuestro país, enorgulleciendo a más de un habitante de estas tierras del sur.
Es que parece mentira que, así, casi como por casualidad, como tantos hechos que nos suelen suceder a los patagónicos - como aquello de haber encontrado petróleo buscando agua, y otros por el estilo -, un nyc (nacido y criado) haya sido elegido para recibir la tan preciada (y tantas veces deshonrada) banda presidencial, con todo lo que ello implica. Lo cierto es que, a mas de esta genuina satisfacción, nos surge también una, tibia, palpitante y, obviamente, cautelosa, luz de esperanza. Pese a todo.

Esperanza en que el Presidente Kirchner sepa (y tenga el coraje de) expresar con sus ideas y sus actos a la Patagonia con la que nos identificamos aquellos que la amamos profundamente, sin titubeos.
A la hermosa, soñadora, misteriosa, mítica, mágica, apasionada, generosa, trágica y venturosa, Patagonia.

La de los desaparecidos y sobrevivientes del primer gran genocidio, sus habitantes originarios, aún hoy postergados en muchos de sus derechos y necesidades.
La de los desorejados, no la de los cortadores de orejas.
La de los peones rurales masacrados, no la de sus asesinos.
La de los inmigrantes que llegaron para fecundar este suelo con su trabajo y esfuerzo, no para expoliarlo.
La de quienes provenientes de distintos lugares de nuestro país han acrecentando su riqueza material y cultural haciendo de éste su hogar definitivo, no un mero lugar de paso.
La de los obreros que la han nutrido y la nutren, no la de sus succionadores.
La de los soldados combatientes de Malvinas únicos auténticos héroes de una guerra innecesaria, no la de sus inmoladores.
La de la belleza natural infinita, no la de sus depredadores.
La que representa la lucha ante la adversidad, la perseverancia, la creatividad.
La aventurera osada e infatigable, la amiga solidaria, amante de la paz, la justicia, la libertad.
La de las utopías inconmensurables e imperecederas, siempre ilusionada con el porvenir.

Para que el porvenir no siga siendo una ilusión.
Para que el orgullo no devenga, otra vez, en vergüenza, la esperanza en decepción, la promesa en burla.
Para realumbrar la vida.
Para homenajear la existencia.
Para que la Argentina toda, deje de ser tristeza.

Dr. Miguel Angel de Boer
Comodoro Rivadavia, Mayo de 2003

(*) Texto que escribí cuando el ex presidente Kirchner asumió su mandato