miércoles, 27 de enero de 2010

Auschwitz (*)

El día 27 de Enero, se cumplen cincuenta años del día en que el Ejército Rojo liberó a los últimos sobrevivientes que permanecían en el campo de exterminio de AUSCHWITZ en Polonia, símbolo de la barbarie genocida perpetrada por el nazismo alemán durante la segunda guerra mundial.
Según las estimaciones, en este campo de concentración fueron aniquilados entre 1.000.000 y 2.500.000 personas, bajo el comando de los oficiales de las SS, en las siniestras cámaras de gas y hornos crematorios.
Desde entonces, mucho se ha hablado, mucho se ha investigado y mucho aún queda por hacer a los fines de explicar y entender el porqué, los motivos y causas que llevaron a que la humanidad se infligiera a sí misma tamaña mutilación. Porque cualquier daño hecho a cualquier ser humano más cuando se trata del exterminio de una etnia, de una cultura, de un grupo religioso, es una amputación a la cultura universal.
Desde sus orígenes, en la historia de la humanidad los genocidios estuvieron siempre presentes, pero su sistematización alcanzó su más alto grado con el nazismo. Ya antes el pueblo armenio había padecido las consecuencias de un crimen similar y también después se reiteraron siniestros episodios de la misma aberrante naturaleza.
Las causas que posibilitaron tan monstruosa acción son múltiples. Pero de lo que no cabe duda además de las justificaciones ideológicas y políticas, de las condiciones sociales e históricas, de las explicaciones psicológicas que llevan a comprender porque seres humanos puedan perpetrar en sus semejantes tamaña agresión, de lo que no cabe duda repito, es que si hay algo que posibilita que la potencial actitud genocida que tienen los seres humanos pueda liberarse y llevarse a cabo, es debido a una especial predilección que tienen las sociedades y los pueblos hacia el olvido. Esa desmemoria que permite la reiteración de catástrofes históricas similares.
Simplemente y en función del no olvido es que hago mención a esta triste, tremenda y horrorosa situación que vivieron las víctimas. Y hacia ellas a través de estas palabras es que brindo un homenaje sincero en recordación a su martirio.

Dr. Miguel Angel de Boer.
Enero, 1995

(*) Incluido en una compilación a ser publicada